Editorial Alaire

Isabel Moncayo escribió:Alzar la voz al descontento, no puede haber mejor emblema, ni bandera, ni himno.

Me ha gustado leer un acertado oxímoron" ese que va veloz en la lentitud de los pasos" así, como me han gustado las reflexiones que deja tu poema, Pilar.

Un abrazo

Begoña Egüen escribió:

Pilar Morte escribió:Qué se puede hacer para reconocer perfiles,
0ir los grillos y saberlo,
la música de la cigarra que nos habita.

Qué hacer para saberse,
para quedar parado en el silencio
escuchando el reloj correcto.

Armonizar acentos que viven solitarios,
donde las manos no marcan el ritmo
-ese que va veloz en la lentitud de los pasos-

Se acelera,
se acelera y nos puede.
Grita cuando las voces callan,
y tiembla en la alegría.

Va en nosotros sin nosotros,
recorriendo caminos que reclaman quietud,
y no mira a los ojos para advertir el llanto.

Es amigo y adverso
porque nunca pregunta ni se para en la lucha.
No se oye pero sus pasos combaten,
izan banderas con rostro ignorado
y nos puede.
Es un caballo que blasfema
y nos arrastra al miedo.

Deseo serenarlo y se rebela
en trote de caballos, de galope incansable.
Sereno su canción en segundos,
pero vuelve amarrado al ritmo,
obligando al temblor desconocido.

Sólo puedo vivirlo como un huésped
que paga por adelantado.

Un poema con unas bellas imágenes... llenas de reflexión. He quedado complacida con su lectura.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Arturo Juárez Muñoz escribió:Estimada Pilar:
Cada vez más me acerco a entender y apreciar tu estilo poético.
Me gustan tus temas, tu manera de tratarlos, pero sobre todo, la contundencia de su ritmo y colorido.

Recibe mi más sincero reconocimiento por tu ardua labor, así por tu empeño para construir poemas de alta envergadura.

Con afecto y agradecimiento:
Arturo

lazaro Habana escribió:

Pilar Morte escribió:Qué se puede hacer para reconocer perfiles,
0ir los grillos y saberlo,
la música de la cigarra que nos habita.

Qué hacer para saberse,
para quedar parado en el silencio
escuchando el reloj correcto.

Armonizar acentos que viven solitarios,
donde las manos no marcan el ritmo
-ese que va veloz en la lentitud de los pasos-

Se acelera,
se acelera y nos puede.
Grita cuando las voces callan,
y tiembla en la alegría.

Va en nosotros sin nosotros,
recorriendo caminos que reclaman quietud,
y no mira a los ojos para advertir el llanto.

Es amigo y adverso
porque nunca pregunta ni se para en la lucha.
No se oye pero sus pasos combaten,
izan banderas con rostro ignorado
y nos puede.
Es un caballo que blasfema
y nos arrastra al miedo.

Deseo serenarlo y se rebela
en trote de caballos, de galope incansable.
Sereno su canción en segundos,
pero vuelve amarrado al ritmo,
obligando al temblor desconocido.

Sólo puedo vivirlo como un huésped
que paga por adelantado.

Vive en nosotros sin que queramos
alguna especie de compromiso.
Hay una rebeldía involuntaria contra el mal.
Siempre me haces pensar y te agradezco


abrazos


lázaro.

Nésthor Olalla escribió:Excelente viaje interior a esos ancestrales signos que aún nos viven y a su convulso y perturbador mensaje.


Un gusto siempre, hemana

Gabriel Socías escribió:Me encantó tu poema, Pilar, está bien construido y es hermoso. Mi felicitación y un saludo.

Rafel Calle escribió:Qué podemos hacer para reconocer perfiles,
la música de la cigarra que nos habita,
oír los grillos y saberlo.

Qué hacer para saberse,
para quedar parado en el silencio
escuchando el reloj correcto,
para armonizar acentos que viven solitarios
donde las manos no marcan el ritmo
-ese que va veloz en la lentitud de los pasos-.

Se acelera,
se acelera y nos puede.
Grita cuando las voces callan
y tiembla en la alegría.

Va en nosotros sin nosotros,
recorriendo caminos que reclaman quietud,
y no mira a los ojos para advertir el llanto.

Es amigo y adverso
porque nunca pregunta ni se para en la lucha.
No se oye pero sus pasos combaten,
izan banderas con rostro ignorado,
y nos puede.
Es un caballo que blasfema
y nos arrastra al miedo.

Deseo serenarlo y se rebela
en trote de caballos de galope incansable.
Sereno su canción en segundos,
pero vuelve amarrado al ritmo
obligándome a un temblor desconocido.

Solo puedo vivirlo como un huésped
que paga por adelantado.

……………………………………………………………………………..

Hermoso poema, querida amiga Pilar, donde nos introduces en las profundidades del “yo”.
Hay una vocación de calar hondo. La poeta quiere decir cosas importantes e investiga los recovecos de la mente. Surge así otra especie de individuo o la dicotomía del espejo en virtud del entorno que transluce más allá del primer plano. Vale decir: yo siempre somos dos, o más.
Probablemente, alguno de esos perfiles nos resulte incontrolable, por ello quizá lo mejor sería mitigarlo vistiéndolo de normalidad, mientras lo acomodamos en las profundidades del ser, por olvidarlo, a sabiendas de que está.

Ha sido un placer leerte. Felicidades por este trabajo que pretende serenar los ímpetus de la personalidad; una propuesta difícil en la mejor tradición de la mayoría de edad de los autores (he cambiado algunas cosillas de tu poema, en la versión que te dejo).

Un fuerte abrazo.

jose junco escribió:Y toca y toca y toca hasta que le damos paso. El amigo en casa. Un beso.Pepe Junco

Mario Martínez escribió:Hola Pilar.
Reflexivos y acertados versos, amiga mía. La realidad es casi siempre algo que estrangula las más vivas ilusiones. Un abrazo.
Mario.

Pilar Morte escribió:Qué se puede hacer para reconocer perfiles,
la música de la cigarra que nos habita.,
oir los grillos y saberlo.

Qué hacer para saberse,
para quedar parado en el silencio
escuchando el reloj correcto,
para armonizar acentos que viven solitarios,
donde las manos no marcan el ritmo
-ese que va veloz en la lentitud de los pasos-

Se acelera,
se acelera y nos puede.
Grita cuando las voces callan,
y tiembla en la alegría.

Va en nosotros sin nosotros,
recorriendo caminos que reclaman quietud,
y no mira a los ojos para advertir el llanto.

Es amigo y adverso
porque nunca pregunta ni se para en la lucha.
No se oye pero sus pasos combaten,
izan banderas con rostro ignorado
y nos puede.
Es un caballo que blasfema
y nos arrastra al miedo.

Deseo serenarlo y se rebela
en trote de caballos, de galope incansable.
Sereno su canción en segundos,
pero vuelve amarrado al ritmo,
obligando a un temblor desconocido.

Sólo puedo vivirlo como un huésped
que paga por adelantado.