Publicado: Dom, 30 Ago 2009 0:06
Me encantan tus metaforas algo asi como anti naturales dificiles y complejas
como la vida.
Un gusto amigo salud por tu poesia.
como la vida.
Un gusto amigo salud por tu poesia.
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Gracia, Pilar, me alegra que te guste el poema. Un abrazo.Pilar Morte escribió:Tus poemas nos llevan a sensaciones oníricas de gran belleza. Siempre es un placer recorrer tus versos. Me gustó el poema, siempre es así
Abrazos
Pilar
Te agradezco esas palabras, Javier. Un abrazo.javierdicenzo80 escribió:Hoy visito esta ciudad y me envuelve su canto de mariposa abierta
excelente poema, aplausos me gusta mucho tu estilo. Me siento identificado
javier
Pues anímate, Marcos, merece la pena la visita. Un abrazo y gracias.Marcos de la Mancebía escribió:No conozco Vitoria; pero me están entrando ganas de pasearme por su casco viejo.
Un abrazo.
Marcos
Eres muy amable, Mar. Un beso y gracias por tu comentario.MarRevuelta escribió:Cuidado que es difícil crear esas imágenes y encima hacerlo con tanta belleza. Es una gozada leerte. Besos admirados.
Es cierto, Joan, la vida es difícil y compleja, seguro que más que mis versos. Gracias por comentar.Joan Port escribió:Me encantan tus metaforas algo asi como anti naturales dificiles y complejas
como la vida.
Un gusto amigo salud por tu poesia.
Gracias por tu amable comentario, Arancha. Un beso.Arancha Garci escribió:Has extraído un mundo, de las sensaciones bellísimas de Vitoria. Aplausos, muchos.
Y un beso.
Estuve visitando el Pais Vasco este verano, todo es muy bonito, pero sinceramente lo que más me gustó fue Vitoria, en particular el casco viejo y el ambiente que allí se respiraba, por eso decidí escribirle un poema. La próxima vez que vaya te avisaré, será estupuendo txikitear contigo y hablar de poesía y de otras cosas. Un abrazo, José Manuel.José Manuel Sáiz escribió:Bravo amigo. Bravo.
Tengo embargado el corazón por la emoción.
Yo soy y trabajo en Vitoria. Aunque vivo en un pueblo cercano.
Mi ciudad es pequeña y discreta y pasa desapercibida entr las grandes ciudades del Norte...
pero tu poema de alguna manera la engrandece.
Siendo de Vitoria nunca se me ha ocurrido escribir un poema sobre mi ciudad. Tomaré el tuyo prestado para exhibirlo ante mis amigos (indicando debidamente su autoría claro, ya que tal y como están ultimamente los tiempos... jejeje).
Solamente siento no haber podido coincidir contigo por las calles del casco viejo para haberte invitado a txikitear por nuestras taskas.
Te aplaudo con fuerza. Merecida esa estrellita roja.
Un fuerte abrazo amigo... y en tu próxima visita ya sabes.
J. Manuel
Siempre generosa, Aubriel. Muchas gracias, amiga, por esos ánimos.Aubriel Camila de la Prad escribió:No pueden ser, esas imágenes ... son increíbles!!!
Qué poemazo, Ramón!
Besos y todos los aplausos.
Ramón Carballal escribió: ¿Quién interviene cuando el tiempo lleva proscrito el acero?
Allí está el sigilo,
doblado en incertidumbre, con sábanas de largos pétalos y canciones
(creo que era flamenco el grito amargo,
la niña roja, con sus lunares, sus manos de paloma
y su abecedario de selva).
Todo anticipa su hueco,
mientras palacios sin cabellera rompen el sueño triste.
Nos llama el quejido, el hospital de los gatos se lame la pupila
con forja de tiniebla.
Tú dices que las calles son el caracol, yo te enseño el autobús de plata,
la escalera que derrama colores ante el escombro,
tras la puerta blanca y el salmo en la orilla.
Hay un marfil ajado en su cara de nube,
iglesias cuyo pasado no quiso la estación de las cigüeñas.
Hoy visito esta ciudad y me envuelve su canto de mariposa abierta.
Gracias, Hallie, por recuperar este poema y por supuesto que Vitoria-Gasteiz merece una visita. Un abrazo.Hallie Hernández Alfaro escribió:Ramón Carballal escribió: ¿Quién interviene cuando el tiempo lleva proscrito el acero?
Allí está el sigilo,
doblado en incertidumbre, con sábanas de largos pétalos y canciones
(creo que era flamenco el grito amargo,
la niña roja, con sus lunares, sus manos de paloma
y su abecedario de selva).
Todo anticipa su hueco,
mientras palacios sin cabellera rompen el sueño triste.
Nos llama el quejido, el hospital de los gatos se lame la pupila
con forja de tiniebla.
Tú dices que las calles son el caracol, yo te enseño el autobús de plata,
la escalera que derrama colores ante el escombro,
tras la puerta blanca y el salmo en la orilla.
Hay un marfil ajado en su cara de nube,
iglesias cuyo pasado no quiso la estación de las cigüeñas.
Hoy visito esta ciudad y me envuelve su canto de mariposa abierta.
Sube esta maravilla para deleite de todos.
Aprovecho para conjurar el deseo de visitar este mágico lugar.