Editorial Alaire

Mario Martínez escribió:Me busco, soportal a soportal,
en el ojo oscuro de una buhardilla,
en la música hospitalaria de una guitarra infinita.

Y hay dibujos que yo no he visto nunca en mis ganas
y dos torres iguales al sueño de Ginebra
cuando Arturo, inconsciente, no admite su delirio.


Me gustó el poema, Ramón, y estos versos me hicieron recordar la Plaza Mayor de mi ciudad con sus soportales y su colegiata de torres gemelas y llenas de cigüeñas.
Un abrazo.
Mario.

José Manuel F. Febles escribió:

Ramón Carballal escribió:
Antes de llegar se fueron los pájaros
(y las rosas y quizá, también, la última espada).

Sólo me fijo en ese punto
en que la memoria finge ser cuerpo
y alimenta suaves ecos de palabras
en cualquier rincón o enigma.

Primero el cristal, espejo de fábulas.
Después la sombra que no es sombra,
son siglos, maduros como vid,
ebrios de astas y cruz.

Me busco, soportal a soportal,
en el ojo oscuro de una buhardilla,
en la música hospitalaria de una guitarra infinita.

Y hay dibujos que yo no he visto nunca en mis ganas
y dos torres iguales al sueño de Ginebra
cuando Arturo, inconsciente, no admite su delirio.

Yo cuento los pasos
y presiento que existe un jardín sonoro
porque el caballo mueve los ijares
y la figura tiembla como herida de silencios.

La plaza tiene bocas y vestidos,
la plaza arrulla su victoria quieta.

Una completa y nostálgina descripción de la Plaza Mayor, muchas veces miramos y no vemos, pero en esta ocasión, singular, has visto mover los ijares... y sabe Dios, querido poeta, cuántas cosas más. Excelente poema, magnífico, lleva como alabanza muchos adjetivos más.

Un fuerte abrazo

Josér Manuel F. Febles, español en Ciudad de México.

Eduardo Díaz escribió:Apreciado Ramón, llegas con versos de plaza añeja. Con el sabor de versos de tarde. Un placer de allegarme a este excelente poema. Un abrazo, y mis felicitaciones. Eduardo

Ramón Carballal escribió:
Antes de llegar se fueron los pájaros
(y las rosas y quizá, también, la última espada).

Sólo me fijo en ese punto
en que la memoria finge ser cuerpo
y alimenta suaves ecos de palabras
en cualquier rincón o enigma.

Primero el cristal, espejo de fábulas.
Después la sombra que no es sombra,
son siglos, maduros como vid,
ebrios de astas y cruz.

Me busco, soportal a soportal,
en el ojo oscuro de una buhardilla,
en la música hospitalaria de una guitarra infinita.

Y hay dibujos que yo no he visto nunca en mis ganas
y dos torres iguales al sueño de Ginebra
cuando Arturo, inconsciente, no admite su delirio.

Yo cuento los pasos
y presiento que existe un jardín sonoro
porque el caballo mueve los ijares
y la figura tiembla como herida de silencios.

La plaza tiene bocas y vestidos,
la plaza arrulla su victoria quieta.

Pilar Morte escribió:Magnífico. Aplausos
Un abrazo
Pilar

Jaume vendrell KYUSS escribió:muy bueno...que decir ? lo de siempre , que estoy enredado en imagenes...abrazos Ramon...

Luis Oroz escribió:No cabe duda que tu poesía es personalísima.

Desde esa perspectiva, y comprobando tus cualidades poéticas, las posibilidades se multiplican.

El poema tiene un final arrolador, como suele ser costumbre, es como un faro que alumbra todo el poema desde el puerto, abriendo la visión desde todos los puntos.

Felicidades, compañero.
Un abreazo.

Luis Oroz.

MarRevuelta escribió:Al igual que Mario, reconozco esos soportales, esa plaza y casi puedo escuchar la música repetitiva y cansina del alguien que desde una buhardilla, sueña con llegar a crear belleza, como todos nosotros. Algunos ya lo habéis conseguido.
Un saludo y mi admiración.

carmen iglesia escribió:Casi siempre estoy de acuerdo con Luis... El poema es hermosísimo... pero sobre todo, sigue siendo "un poema tuyo"... Esa voz que no se me pierda...

Un beso,

Carmen

José Manuel Sáiz escribió:Me gusta leerte... porque despues de hacerlo siento que he aprendido algo nuevo.
Un abrazo, amigo.
J. manuel

Ramón Carballal escribió:Antes de llegar se fueron los pájaros
(y las rosas y quizá, también, la última espada).

Sólo me fijo en ese punto
en que la memoria finge ser cuerpo
y alimenta suaves ecos de palabras
en cualquier rincón o enigma.

Primero el cristal, espejo de fábulas.
Después la sombra que no es sombra,
son siglos, maduros como vid,
ebrios de astas y cruz.

Me busco, soportal a soportal,
en el ojo oscuro de una buhardilla,
en la música hospitalaria de una guitarra infinita.

Y hay dibujos que yo no he visto nunca en mis ganas
y dos torres iguales al sueño de Ginebra
cuando Arturo, inconsciente, no admite su delirio.

Yo cuento los pasos
y presiento que existe un jardín sonoro
porque el caballo mueve los ijares
y la figura tiembla como herida de silencios.

La plaza tiene bocas y vestidos,
la plaza arrulla su victoria quieta.

Rafel Calle escribió:Poemas inolvidables: La Plaza Mayor, de Ramón Carballal.