Hacia la sordidez de los suburbios

[F. Enrique]

Te vi alejarte
por las calles de niebla
con los contenedores sin cerrar.
Caminaste despacio por la acera
hacia la sordidez de los suburbios.
Me dejaste temblando entre la lluvia,
fuera de los contornos del silencio.
Miré despacio el halo de tu herida,
el hueco de tu espíritu inmortal.
Aproveché que todo
era como una película,
para observar en la distancia
tus contradicciones tan atávicas.

La belleza de la sencillez se hace patente aquí, Ana. Es un gran poema de desamor quizás.

Un abrazo.
Sentí que tu mirada era de fuego,
pero luego no supe
si en realidad tus ojos
eran escarcha endurecida por el tiempo.
Amé tus jeroglíficos antiguos,
tu aislamiento emocional,
el peligro encriptado en tu sonrisa.
Supe de tus encantos
más allá de la sombra y sus visiones.
Adoré tu silueta
de superviviente de la nada.
Me sumergí en tu música
y en tu memoria suave de la infancia.
Aluciné con todas tus historias
y comprendí que siempre elegirías
la libertad desnuda.


Ana Muela Sopeña

[F. Enrique]

Se engrandece tu poema con una nueva lectura, Ana, así es la buena poesía de siempre.

Un abrazo.