Página 2 de 2

Re: Desde la terraza

Publicado: Mar, 06 Feb 2024 20:50
por Carmela Viñas
En toda contemplación se anida una sabiduría: dejar en quietud la mente para poder respirar el ritmo del universo. Y no es fácil lograrlo.
He disfrutado de tu poema,Ignacio. Y al final se respira quietud.
Abrazos.

Re: Desde la terraza

Publicado: Jue, 08 Feb 2024 18:13
por Ignacio Mincholed
Alejandro Costa escribió: Lun, 05 Feb 2024 17:47 Pues, ¡hagámoslo!

Mejor dicho, ¡no hagamos nada!

Mejor sentarnos, tranquilos, sosegados, sin sonidos, con los ojos cerrados y disfrutemos de la bella locura que nos proporcione el
cerebro.

No hagamos nada que nos dañe, nada que nos perturbe, nada, nada.

Un buen escrito, Ignacio.

Abrazos.

Salud, paz y felicidad.
«No hagamos nada que nos dañe», no estaría eso nada mal, Alejandro.

Gracias por la nota. Un abrazo.
Ignacio

Re: Desde la terraza

Publicado: Mar, 13 Feb 2024 19:10
por Ignacio Mincholed
Carmela Viñas escribió: Mar, 06 Feb 2024 20:50 En toda contemplación se anida una sabiduría: dejar en quietud la mente para poder respirar el ritmo del universo. Y no es fácil lograrlo.
He disfrutado de tu poema,Ignacio. Y al final se respira quietud.
Abrazos.
Tienes razón, no es fácil, pero quizá es que lo intentamos poco.

Gracias por la nota, Carmela. Un abrazo.
Ignacio

Re: Desde la terraza

Publicado: Jue, 15 Feb 2024 11:22
por J. J. Martínez Ferreiro
"Adivinar en el juego el motivo
sin buscar los motivos, admitir
que la vida recoja sin recolectar
impasible las briznas del tiempo.

Mis manos no sujetarán nada,
acaso formarán sin propósito
círculos vacíos, elipses de vapor.
No producirán nada,
caricias a la luz; respiración
en danza vital con mi memoria"


Hermosísima esta descripción poética de esa tendencia a la pura contemplación.

Una vez de que la experiencia de la vida y las reflexiones sobre lo sentido nos agotan, que la valoraciones morales se quedan siempre en dudas irresolubles, que nos ensordece el ruido circundante y nos ciega el bombardeo de las imágenes, nos queda eso... el encuentro con nosotros mismos en la contemplación más esencial.
Todo un placer de lectura, amigo Ignacio.

Un abrazo.