"En la cota más torpe de la vida, cuando sientes el peso de la tierra, el duende del poeta nos protege."
Cierto, me alegra que me lo recuerdes.
Y gracias, quizá haya, aunque en este momento no se me ocurra, mayor generosidad que, por respaldarme, en este caso a mí, en otro a quien lo necesite, tengas que renacerte en un poema. Si puedo elegir: por favor, que acabe bien, y que sea en uno de los tuyos.
No quería 'De la inocencia a la luz' navegar en la amargura, pero es la mirada la que modifica el paisaje, y tú, mejor que yo, puedes advertir lo que para mí pasa inadverdido. Me quedo pensando, meditando; y lo entiendo: y es que no puedo hablar de nada que me afecte, ni siquiera para bien, si no parto de lo que yo soy, salvo que pretenda engañar, engañarme. Y eso es lo último que prentendo.
Cachis en la mar, soy un desastre. Dando las gracias, y explicándome. Mejor, creo.
Blanca
Rafel Calle escribió:Excelente poema, como es habitual en ti, querida amiga. Realmente me ha encantado.
Comentarte un poema es muy difícil, porque siempre los escribes bellísimos. Casi no se nota el amargor del contenido porque tu voz lo envuelve todo de una dulzura que contagia. No sé, por decir algo diré que en tu voz de talento inabarcable por el eco sin fin de mi torpeza habré de resbalar;
por respaldarte tengo que renacerme en un poema.
Fundiré la palabra con un grito que despierte la inercia de los tiempos, que nos una al calor de los amigos, más allá de la enjundia de los versos.
En la cota más torpe de la vida, cuando sientes el peso de la tierra, el duende del poeta nos protege.
Este duende, querida amiga mía, es la magia que fulge en la nobleza de los versos que has escrito para siempre.
Mi más sincera felicitación, colega, tu poesía raya a gran altura.
Un fuerte abrazo.