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Todo un placer lírico seguir todo el devenir del poema de principio a fin.Jerónimo Muñoz escribió: ↑Lun, 07 Mar 2022 10:25 DESDÉN
Te tiendes sobre la destrucción.
Te presiento en los espartos, en los atrios de plomo. He de buscarte por laderas oscuras, por las corrientes de los minerales.
Ah, mis susurros y mis ruinas. Ah, mi transparencia. ¿Dónde queda la puerta de tu beso?
Tu perfil es amplio como las amapolas; tu sombra, de mirtos; tu límite, la espesura. Pero tus labios ¿son de hojarasca?
Ciegan mis ojos las esquirlas de la prolongación que brotan en el frenesí de las médulas. Tu desaire llueve sobre mi hoguera.
Tu voz es silvestre; tu mirada, incomprensible. La sílice abrasa mi corazón porque olvidé el nombre de tus pestañas. Te pretendo y tú ni siquiera me ves.
Tengo que pasar por tu jardín: tu alegría me hace soñar con la niñez. La geometría de tus hielos me recuerda la incertidumbre.
La luz del atardecer hiere mis arroyos. El sol declina sobre las torres y sobre la muerte, pero no es mi música este sol.
Te persigo a través de los manantiales, te llamo con gritos de viento. A veces pienso que te capturo, pero tú vuelas por encima de los relámpagos y de las cardiopatías.
Tu fuego es ausencia; tu llanto, sed. La tormenta de tu piel se abate sobre un campo de ceniza. Tus cejas se enojan cuando insisto en amor.
Tu desdén es mi transcurso.
¡ Qué paisaje tensa la lira! Me gusta la poesía tan inmanente y trascendente al mismo tiempo. Es una sensación de catarsis, de sublime belleza leer este poema. Muchas gracias por compartir, Jerónimo.Jerónimo Muñoz escribió: ↑Lun, 07 Mar 2022 10:25 DESDÉN
Te tiendes sobre la destrucción.
Te presiento en los espartos, en los atrios de plomo. He de buscarte por laderas oscuras, por las corrientes de los minerales.
Ah, mis susurros y mis ruinas. Ah, mi transparencia. ¿Dónde queda la puerta de tu beso?
Tu perfil es amplio como las amapolas; tu sombra, de mirtos; tu límite, la espesura. Pero tus labios ¿son de hojarasca?
Ciegan mis ojos las esquirlas de la prolongación que brotan en el frenesí de las médulas. Tu desaire llueve sobre mi hoguera.
Tu voz es silvestre; tu mirada, incomprensible. La sílice abrasa mi corazón porque olvidé el nombre de tus pestañas. Te pretendo y tú ni siquiera me ves.
Tengo que pasar por tu jardín: tu alegría me hace soñar con la niñez. La geometría de tus hielos me recuerda la incertidumbre.
La luz del atardecer hiere mis arroyos. El sol declina sobre las torres y sobre la muerte, pero no es mi música este sol.
Te persigo a través de los manantiales, te llamo con gritos de viento. A veces pienso que te capturo, pero tú vuelas por encima de los relámpagos y de las cardiopatías.
Tu fuego es ausencia; tu llanto, sed. La tormenta de tu piel se abate sobre un campo de ceniza. Tus cejas se enojan cuando insisto en amor.
Tu desdén es mi transcurso.