Luis M. escribió:Ignacio Mincholed escribió:
Luis, gracias por la nota, me alegro que te haya gustado.
Con el realismo pasa como con la mayoría de las definiciones y movimientos literarios y artísticos en general. Una vez popularizada su impronta se desvirtúa con facilidad su sentido.
Supongo que al referirte a realista lo haces en contraposición a romanticismo. Si repasamos las características que dieron lugar a definir las tendencias o movimientos artísticos, que no es el caso, enseguida se puede ver que lo que tenemos por una cosa no es esa cosa en puridad.
Un ejemplo que siempre pongo al tratar estos asuntos es que el cubismo es un movimiento realista y no abstracto como popularmente se da por entendido.
Yo no me considero realista en cuanto a la concepción de cómo se trató, ni se trata, la literatura desde los conceptos que dieron lugar al realismo, ni me considero romántico desde sus presupuestos.
Lo lírico (como he dicho, por ejemplo, sobre la forma en cómo tratas tú la poesía) toma muchas formas que no se adscriben necesariamente a lo romántico tal como se considera. La variación de las perspectivas no significa que se deje de lado el sentido lírico. Yo mismo puedo considerarme romántico sin asumir las características del romanticismo.
Hablar con «naturalidad» ni es realista por principio ni deja de tener sentido lírico por principio. Se confunde con facilidad el realismo con la realidad, y más el realismo sucio con la «sucia realidad».
El realismo busca una reproducción de alta fidelidad sobre el entorno, los sucesos, los espacios… las emociones, de tal modo que son comprensibles directamente. Pero con pegarse a una realidad básica no está todo hecho. Tal como puede parecer que escribir con «naturalidad» es fácil, que no necesita creatividad ni conocimiento, que es una «literatura de mínimos»; pero hay que saber precisar muy bien esos «mínimos» aparentes o no habrá poesía, ni por supuesto acción literaria.
Galdós era realista, Bazán era realista, Flaubert era realista; yo no tengo nada que ver con ellos, como no tengo nada que ver con Byron, Novalis o Rosalía de Castro.
Un fuerte abrazo, Luis, y gracias de nuevo.
Ignacio
Muy interesante tu comentario, Ignacio. Aunque en esta ocasión no estoy totalmente de acuerdo contigo.
Personalmente no entiendo el realismo poético como una contraposición al romanticismo. Ahora me viene a la memoria un magnífico poeta muy conocido y admirado en las redes, Billy MacGregor, ... un poeta cercano al realismo sucio y a la vez de un romanticismo a la altura de un Bécquer del siglo XXI, (por supuesto un romanticismo distinto, moderno, exento de exaltaciones, pasión desbordada y mariposas...)
Y me centro en esto que dices:
"El realismo busca una reproducción de alta fidelidad sobre el entorno, los sucesos, los espacios… las emociones, de tal modo que son comprensibles directamente. Pero con pegarse a una realidad básica no está todo hecho. Tal como puede parecer que escribir con «naturalidad» es fácil, que no necesita creatividad ni conocimiento, que es una «literatura de mínimos»; pero hay que saber precisar muy bien esos «mínimos» aparentes o no habrá poesía, ni por supuesto acción literaria."
Estoy de acuerdo con que el realismo busca una "reproducción de alta fidelidad" de los sucesos, entorno, etc, pero creo que no tanto con las emociones. Estas se pueden reproducir y transmitir con igual o más fuerza (o nitidez) en otros muchos estilos de poesía,
Y en este punto hago alusión a un mago poético de las emociones, Marius Gabureanu, con su surrealismo tan personal,
Me atrevería a decir que el realismo poético tiene como premisa "insinuar" o racionalizar las emociones intensas y nunca "desbordarlas". Y es que este estilo es minimalista sobre todo en las emociones. Pero la naturalidad del lenguaje sí que me parece imprescindible y primera seña de identidad en el realismo.
Y claro, el realismo poético (el buen realismo poético) es tremendamente difícil, pues hay que hacer poesía sin recurrir a "trampas" ornamentales ni a los típicos y más comunes recursos de la poesía habitual de hasta hace 80 o 90 años.
Pienso que el lirismo es la base de la poesía, de todo tipo y estilo de poesía; lo que ocurre es que el realismo lo adecua a ese mismo minimalismo retórico, lo actualiza y lo "limpia" de brillantes adornos y excesos sentimentales ... Y evidentemente eso precisa de un plus de creatividad, pues es fácil caer en la "no poesía" y en la literatura narrativa.
Te diré, sinceramente, que aunque a lo mejor no te guste

a mí me pareces un poeta realista, o por lo menos con alta tendencia al realismo. Además eres un poeta bastante más "cerebral" que sentimental, (por supuesto sin perder ese toque lírico que exige este arte), y por eso me gusta tanto tu poesía. En fin, perdona el rollo, amigo. Un fuerte abrazo.
Luis, entonces, si no es por contraposición no sé dónde ves
realismo en mí poesía en general y menos todavía en este poema en concreto.
A mí ni me gusta ni me disgusta que te pueda parecer realista o cualquier otra cosa, es secundario; pero tu forma de entender el
realismo denota que los principios con los que tú consideras el
realismo no coinciden con los que definen el movimiento, bien porque no los aceptas o bien porque no te has parado a observarlos.
Sin quedarnos fijos en Galdós o en Flaubert y avanzando un poco en los tiempos, el
realismo se caracteriza por un gran escepticismo y una individualidad aislada del relato tradicional del «cómo son las cosas» para, desde una realidad menos evidente, contarlas con cierta prevención e incluso resentimiento hacia lo que han hecho creer a quien observa. Así, una ciudad idílica, de postal turística, pasa a ser descubierta en sus aspectos «más reales» por debajo de la realidad que proyecta. Igual que una familia tradicional del XIX, que parecía ser lo que de ella se proyectaba, de repente surge como un núcleo inestable y desconocido, minuciosamente exacto; y así aparece
Madame Bovary. Eso es el
realismo. Poner al descubierto lo que se considera «realmente real» en lo cotidiano por encima de lo que se exhibe o se contempla en apariencia. Hay poco espectro semántico en el realismo.
Avanzando más, profundizando más en el individuo por encima del costumbrismo del que nace el primer realismo, o como también se acepta, los posrománticos; llegamos al
realismo sucio que nada tiene que ver con la «sucia realidad» que puedan o no destilar las palabras más crudas por un manejo directo, sin fenómenos metafóricos ni recursos indirectos y sí con una adjetivación precisa tanto por lo explícita como por lo que se omite por contraste. No se denomina
realismo sucio porque emplee un «lenguaje sucio», sino por lo oculto, digamos, bajo las alfombras. Ahí tenemos a Carver con sus fogonazos de lo cotidiano. Chejov, maestro de Carver como él mismo lo considera, es realistamente escéptico pero constante en poner al aire las cosas y personas de la sociedad. Pero, cuidado, lo directo por sí mismo no supone
realismo alguno si no es tratado con la necesaria pulcritud literaria.
A Carver se le puede considerar en lo personal casi un conservador dentro del
realismo sucio, muy alejado de Bukowski al que se le acusó de soez, de «sucio en el lenguaje».
Y ahí llega la confusión: se permite cualquier lenguaje, cualquier manejo, y se llega al
realismo sucio; pero no es así. Dar vida poética a un objeto cualquiera, a una persona o a una situación, no se hace efectiva si no es con pulcritud literaria. No es más realismo por incorporar un lenguaje soez o más crudo, lo es por lo que determina el discurso sobre el objeto poético al airear la realidad.
Solo desde la bilis no se llega al realismo, ni al sucio ni al limpio, si acaso al cabreo escrito.
En España, Iribarren maneja la trama y el lenguaje coloquial de lo cotidiano para señalarnos lo que podría decirse que él considera «mal hecho», y así se asienta en el
realismo como bien podemos apreciar, por ejemplo, en su poema
La función de la poesía.
En definitiva, y por no extenderme, yo me encuentro lejos de ese modo de presencia poética. Si acaso me puedo considerar próximo a algo parecido al minimalismo (que apuntas por algún lado), a lo sucinto, a la elipsis de la trama en favor del pensamiento, a la inversión de las causas; pero no al
realismo tal como viene definido y estudiado desde hace muchos años.
Lo demás ya lo tengo dicho en la respuesta anterior.
…
Ahora solo unas notas.
Esto, que resulta evidente, y que dices en cuanto a las emociones: «se pueden reproducir y transmitir con igual o más fuerza (o nitidez) en otros muchos estilos de poesía», ¿quién lo niega?
Precisamente por eso, y no contrariamente, el
realismo también busca la reproducción de alta fidelidad de las emociones.
Dices:
«Me atrevería a decir que el realismo poético tiene como premisa "insinuar" o racionalizar las emociones intensas y nunca "desbordarlas". Y es que este estilo es minimalista sobre todo en las emociones».
Tú, Luis, ¿dices esto escribiendo como escribes desde lo que consideras
realismo?
Me sorprende. Sonrío.
Me parece muy bien que Billy MacGregor, «admirado en las redes», como dices, conjugue lo que le parezca, y, en cuanto al «mago poético de las emociones», como dices, Marius Gabureanu, me parece estupendo que haga lo que haga con el supuesto surrealismo. Personal en poesía, lo que se dice personal, todo resulta personal.
Otro abrazo fuerte, Luis.
Ignacio