Editorial Alaire

Ramón Carballal escribió:Juan se encoge en la silla y es el vaso un dique.

Ana usa el cristal oblongo
para mirar a ciegas
lo que su espalda no ve.

A Ramón le sudan las manos,
el vidrio entre sus dedos resbala
como un liquen de mar.

Rosa y sus muslos,
cómo entrecruza las piernas,
qué pulida la piel,
cómo brilla el tesoro
que anuncia su falda de cuero,
dibujos de alcohol en las bragas de invierno.

Jaime llora y bebe de un manantial verde,
noventa grados de olvido,
para él, una noche invisible.

Todos hablan y ninguno calla,
todos son ángeles sin cielo.

Igual que pastillas azules en lenguas de esparto,
lo mismo que jinetes en la bruma
aquellas horas fúlgidas
en los ríos de napalm,
la vida.

Manuel Alonso escribió:Ramón, un poema muy bello, felicidades amigo, un saludo.

Ventura Morón escribió:Uno más... otro poema realmente hermoso. Me gusta como vas recorriendo con los personajes esas maneras de contribuir al grupo, ser un todo en el que cada uno aporta y se reconoce dentro de ese escenario.
Un placer pasar Ramón, enhorabuena amigo

Hallie Hernández Alfaro escribió:Qué manera de llenar la lectura de emociones y belleza, querido amigo.
Me gusta muchísimo como enhebras y dotas cada nombre de suave inmortalidad.

Abrazo de los grandes; gracias por tanto.

Pilar Morte escribió:Has sabido retratar a todos con belleza; parece ver a cada uno en situación. Buen poema.
Abrazos
Pilar

Carmen López escribió:Parece un cuadro este poema...los he visto a todos dibujados.
Bello, reflexivo, indagando en el fondo de los personajes en sus emociones y debilidades...Me gustó mucho el poema, tiene algo que humaniza lo que se observa, eso es muy difícil de conseguir...y lo has hecho. Eres un poeta de los grandes.

Forte aperta

Carmen

Ramón Carballal escribió:Juan se encoge en la silla y es el vaso un dique.

Ana usa el cristal oblongo
para mirar a ciegas
lo que su espalda no ve.

A Ramón le sudan las manos,
el vidrio entre sus dedos resbala
como un liquen de mar.

Rosa y sus muslos,
cómo entrecruza las piernas,
qué pulida la piel,
cómo brilla el tesoro
que anuncia su falda de cuero,
dibujos de alcohol en las bragas de invierno.

Jaime llora y bebe de un manantial verde,
noventa grados de olvido,
para él, una noche invisible.

Todos hablan y ninguno calla,
todos son ángeles sin cielo.

Igual que pastillas azules en lenguas de esparto,
lo mismo que jinetes en la bruma
aquellas horas fúlgidas
en los ríos de napalm,
la vida.

Pablo Ibáñez escribió:Ramón,

muy bueno, como siempre. No importa el registro donde de instales, amigo, siempre das en el clavo. En este caso optas por un ambiente más realista, descriptivo, parece un cuadro costumbrista, unos bebedores en un bar. Lo importante es la penetración artística del momento y de los personajes, la sensación de estar viéndolos, palpando su vida.

Me gusta mucho.
Abrazos.

Ulises C.J. escribió:Una sentida visión de invisibles nos traes amigo.
Gracias por compartirla.

Simon Abadia escribió:Que bello tu poema con esas imágenes que bullen en él.
Magnífico Ramón, un abrazo

Mirta Elena Tessio escribió:

Ramón Carballal escribió:Juan se encoge en la silla y es el vaso un dique.

Ana usa el cristal oblongo
para mirar a ciegas
lo que su espalda no ve.

A Ramón le sudan las manos,
el vidrio entre sus dedos resbala
como un liquen de mar.

Rosa y sus muslos,
cómo entrecruza las piernas,
qué pulida la piel,
cómo brilla el tesoro
que anuncia su falda de cuero,
dibujos de alcohol en las bragas de invierno.

Jaime llora y bebe de un manantial verde,
noventa grados de olvido,
para él, una noche invisible.

Todos hablan y ninguno calla,
todos son ángeles sin cielo.

Igual que pastillas azules en lenguas de esparto,
lo mismo que jinetes en la bruma
aquellas horas fúlgidas
en los ríos de napalm,
la vida.

Hola Ramón.
Bella descripción haces de tus personajes, cada uno en su situación bebiendo el brebaje de la uba que marea y nos nubla la razón.
Me a gustado y como algunos comentaritas dicen, me imagino una pintura con colores ocres y ambarinos.
Abrazos para estos tiempos que corren inciertos que recorremos esperando que terminen siendo nosostros mejores seres humanos.