Re: Maestros--varios integrados a mi poesía descriptiva-
Publicado: Mar, 19 May 2020 20:39
XIX Del foro de Alaire ( segunda parte)
Mario Martínez »
Hay sueños que debieran quedarse en los hilvanes,
como esa flor que reta los filos del invierno
o aquellas mariposas que al alba caen yertas
bajo la luz extinta de una vieja farola.
No hay horas ni minutos que no tengan rosas
en sus manos,
ni celdas que reposen agitados viajes,
ni manos con melena de años anestesiados,
ni piel adormecida en piedra,
apretando las ceremonias perdidas,
así, el invierno baja la espuma
dulcemente, como mariposas en vuelo.
Rafel Calle »
Solo en casa
Lo grácil suspendido, fealdad;
la voz, sin eco, onda de gacela
inmóvil, presa al fin, y el tedio un centinela
de la expresión que sufre de orfandad.
Este día ha vuelto con su olor a tierra,
con la lluvia sobre los tejados,
sobre las hojas del tiempo,
sobre los sueños abandonados;
ha vuelto a escurrir el agua
en el tronco que esconde
la savia de los años.
Las paredes vigías de la edad,
en los pasillos tráficos en vela,
salones sin vestigios de candela,
la cama es mal de ojo o impía castidad.
No todo está dicho, sueño,
la danza amiga no está herida,
la soledad de la vejez no mata,
no hay ningún rincón sin luz,
hay fuerza en el frío y la alegría
con una esperanza bailando en el futuro.
Limbo y claustro la piel, anomalía
en el sol que corteja a una antigua chabola
disfrazada del aire que busca ser conjuro,
El conjuro de los años no está herido
se aceita en sus engranajes de sentimientos,
no esconde el amor en sus pasos
ni lanza sus silencios al olvido,
sólo abre el corazón donde habitan
la voz que de principio a fin,
no tiene telarañas ni grietas,
las manos que siembran mañanas sin cenizas
y una flor lavada en agua bendita.
y es -tan solo, por ser- melancolía,
también parte de un todo y partícula sola
de un tiempo que confina memorias de Epicuro.
Otro año más cargado de melancolía,
con la niñez adentro de la entrega,
la rica juventud que no se olvida
y un caudal de caminos por delante.
La vejez abre el hielo.
El tiempo que le amaga hoy lo invoca,
no hay castigo ni premio, no abrirá
la puerta, es una loca vocación
de amor al sentir rosa fresca, nueva;
y, paciencia en el fruto de sus sueños.
Estaciones sentimentales 14 - El éxtasis de los delfines
J. J. Martínez Ferreiro
La tarde,
el silencio y sus luminarias blancas.
—las montañas de la visión, siempre deslumbrantes.
luz que ama, luz que habla en el mismo silencio,
que cobija los espejos del tiempo.
Los ancianos en las tumbonas
observaban el oleaje, el éxtasis de los delfines,
inmóviles en un instante del aire.
Rosa serena, rosa que vibra en los oleajes del horizonte,
que pinta con sus colores la belleza de la naturaleza.
Todo se dispersaba
en la esfera de un pájaro en la mano.
Vuelo suspendido, vuelo que sueña en su horizonte,
que recuerda los ojos azules del cielo.
En las terrazas descubríamos
la fascinante efigie del azul del sábado
y el calor de la sangre inédita.
Allí sentíamos un sol gemelo, pero más grande,
y amores
también iguales
a los primeros, pero más fatídicos.
Cantábamos himnos más vastos.
Expandía el verano su fulgor de corona,
suscitaba en nosotros la nostalgia
de otra extinción en la belleza.
Háblame en tus recuerdos
para que también sean míos.
Así
como el tiempo baña las terrazas de la vida,
como el sol llama cada día
en su creciente vestidura de oro,
como la luna en fresca espera
besa las estatuas del aire en vigilia,
así la lluvia del alma prepara
los recuerdos.
Blanca Sandino
Moriré en blanco y negro,
con el espasmo del sollozo de un niño a media voz:
leve,
aunada.
Moriré cerca de mis palabras,
con la suave caricia de su luz,
en pañuelo blanco de espera
con mancha de mis labios
en forma de cruz.
Me preguntaste cuál era el problema
y me detuve. ¿Cómo podía explicar que había doblado
el paisaje como una hoja de papel,
y que desteñido por la lluvia
se había convertido en un borrón
lleno de mariposas muertas? Te sentirías culpable.
Si preguntara el significado de las palabras
ya escritas en papel, encontraría más de una respuesta,
--que bañarían en sangre el corazón y el dolor,
muerte por vida, ilusión por desamor--
a dos manecillas del reloj bailando al compás de esa canción.
Ramón Ataz
Anoche sucedió: en medio de dos pasos
encontré el paradigma de los huecos.
Los negros, los profundos, los aéreos
huecos, infinitos, huecos casuales
de carne, de oxígeno o de piedra.
.
Son mundos paralelos donde
La verdad, al fin, nombra
al signo de la Gracias,
donde las palabras,
que giran en medio de la luz
descubren los secretos,
labrando las vísperas
que florecen en frío,
en el límite de la última hoja,
en el caudal de la alegría en la tristeza.
-Se oye caer el corazón
cerrando sus heridas-.
Mario Martínez »
Hay sueños que debieran quedarse en los hilvanes,
como esa flor que reta los filos del invierno
o aquellas mariposas que al alba caen yertas
bajo la luz extinta de una vieja farola.
No hay horas ni minutos que no tengan rosas
en sus manos,
ni celdas que reposen agitados viajes,
ni manos con melena de años anestesiados,
ni piel adormecida en piedra,
apretando las ceremonias perdidas,
así, el invierno baja la espuma
dulcemente, como mariposas en vuelo.
Rafel Calle »
Solo en casa
Lo grácil suspendido, fealdad;
la voz, sin eco, onda de gacela
inmóvil, presa al fin, y el tedio un centinela
de la expresión que sufre de orfandad.
Este día ha vuelto con su olor a tierra,
con la lluvia sobre los tejados,
sobre las hojas del tiempo,
sobre los sueños abandonados;
ha vuelto a escurrir el agua
en el tronco que esconde
la savia de los años.
Las paredes vigías de la edad,
en los pasillos tráficos en vela,
salones sin vestigios de candela,
la cama es mal de ojo o impía castidad.
No todo está dicho, sueño,
la danza amiga no está herida,
la soledad de la vejez no mata,
no hay ningún rincón sin luz,
hay fuerza en el frío y la alegría
con una esperanza bailando en el futuro.
Limbo y claustro la piel, anomalía
en el sol que corteja a una antigua chabola
disfrazada del aire que busca ser conjuro,
El conjuro de los años no está herido
se aceita en sus engranajes de sentimientos,
no esconde el amor en sus pasos
ni lanza sus silencios al olvido,
sólo abre el corazón donde habitan
la voz que de principio a fin,
no tiene telarañas ni grietas,
las manos que siembran mañanas sin cenizas
y una flor lavada en agua bendita.
y es -tan solo, por ser- melancolía,
también parte de un todo y partícula sola
de un tiempo que confina memorias de Epicuro.
Otro año más cargado de melancolía,
con la niñez adentro de la entrega,
la rica juventud que no se olvida
y un caudal de caminos por delante.
La vejez abre el hielo.
El tiempo que le amaga hoy lo invoca,
no hay castigo ni premio, no abrirá
la puerta, es una loca vocación
de amor al sentir rosa fresca, nueva;
y, paciencia en el fruto de sus sueños.
Estaciones sentimentales 14 - El éxtasis de los delfines
J. J. Martínez Ferreiro
La tarde,
el silencio y sus luminarias blancas.
—las montañas de la visión, siempre deslumbrantes.
luz que ama, luz que habla en el mismo silencio,
que cobija los espejos del tiempo.
Los ancianos en las tumbonas
observaban el oleaje, el éxtasis de los delfines,
inmóviles en un instante del aire.
Rosa serena, rosa que vibra en los oleajes del horizonte,
que pinta con sus colores la belleza de la naturaleza.
Todo se dispersaba
en la esfera de un pájaro en la mano.
Vuelo suspendido, vuelo que sueña en su horizonte,
que recuerda los ojos azules del cielo.
En las terrazas descubríamos
la fascinante efigie del azul del sábado
y el calor de la sangre inédita.
Allí sentíamos un sol gemelo, pero más grande,
y amores
también iguales
a los primeros, pero más fatídicos.
Cantábamos himnos más vastos.
Expandía el verano su fulgor de corona,
suscitaba en nosotros la nostalgia
de otra extinción en la belleza.
Háblame en tus recuerdos
para que también sean míos.
Así
como el tiempo baña las terrazas de la vida,
como el sol llama cada día
en su creciente vestidura de oro,
como la luna en fresca espera
besa las estatuas del aire en vigilia,
así la lluvia del alma prepara
los recuerdos.
Blanca Sandino
Moriré en blanco y negro,
con el espasmo del sollozo de un niño a media voz:
leve,
aunada.
Moriré cerca de mis palabras,
con la suave caricia de su luz,
en pañuelo blanco de espera
con mancha de mis labios
en forma de cruz.
Me preguntaste cuál era el problema
y me detuve. ¿Cómo podía explicar que había doblado
el paisaje como una hoja de papel,
y que desteñido por la lluvia
se había convertido en un borrón
lleno de mariposas muertas? Te sentirías culpable.
Si preguntara el significado de las palabras
ya escritas en papel, encontraría más de una respuesta,
--que bañarían en sangre el corazón y el dolor,
muerte por vida, ilusión por desamor--
a dos manecillas del reloj bailando al compás de esa canción.
Ramón Ataz
Anoche sucedió: en medio de dos pasos
encontré el paradigma de los huecos.
Los negros, los profundos, los aéreos
huecos, infinitos, huecos casuales
de carne, de oxígeno o de piedra.
.
Son mundos paralelos donde
La verdad, al fin, nombra
al signo de la Gracias,
donde las palabras,
que giran en medio de la luz
descubren los secretos,
labrando las vísperas
que florecen en frío,
en el límite de la última hoja,
en el caudal de la alegría en la tristeza.
-Se oye caer el corazón
cerrando sus heridas-.