Re: Ciudad adentro
Publicado: Sab, 11 Abr 2020 12:16
Hermoso e interesante trabajo, amigo Ventura.
Felicidades.
Abrazos.
Felicidades.
Abrazos.
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Mil gracias Antonio por tan bello comentario compañero. Un placer que estés.Antonio Arjona escribió:Un buen reflejo de la ciudad visto por los ojos del poeta y plasmado con pluma de oro.
Mi enhorabuena.
Gracias Ana, me alegra tener tu mirada sensible en estas letras, y esa idea de fusión sin dramas.Ana García escribió:Me ha gustado asomarme a esta ciudad. Tiene de todo: barrios en obras o destrozados y calles limpias. Y como todo no es tan radical: blanco o negro, los momentos parece que se funden.
Te felicito.
Un abrazo.
Que bonito ese mirar a la ciudad desde su reflejo, adivinar el negativo como una vida paralela que se funda con nuestras suelas.Simon Abadia escribió:Con tu poema me enseñas a mirar la ciudad através de la lluvia cáida en el reflejo,
cual espejo luminoso.
Un placer leerte y un abrazos.
Simon
Gracias querida Rosa, recuerdo ese café en una cafetería de Madrid, y ese recorrer precisamente las calles. Tenemos que repetirlo.Rosa Marzal escribió:Ha sido un placer recorrer las calles de esa compleja ciudad que nos habita a través de tu reflejo sensible, Ventura.
Muy bello poema, querido amigo.
Un abrazo.
Muchas gracias Celia, es un verdadero placer tener tus palabras.C.P. Fernández escribió:Muy hermoso, Ventura.
Un abrazo.
Gracias amigo! Espero que estés bien, me encanta lo que dices, y te lo agradezco un montón.jose manuel saiz escribió:Ya el título presagiaba algo grande. Y así ha sido. Un poema muy bien desarrollado y estructurado. Los versos finales de premio.
te felicito, amigo.
Un abrazo
J. Manuel
Ventura Morón escribió:...
Una ciudad vive en mí.
A veces, no puedo reconocerla,
se mezclan
los barrios como pedazos inconexos
hechos con ladrillos de realidad y cemento de sueños.
Me gusta pararme en sus parques. Muchas veces
están desiertos. El sol dora los verdes
y templa desnuda la piel en calma, tapizando de luces
párpados y ventanas que, abriéndose encienden
los senderos ocultos que conectan la memoria.
Hay suburbios en los que no puedo entrar.
Las deslenguadas carreteras
parecen estar cortadas y las aceras
son toboganes al vacío por los que transitan sólo fantasmas
inconscientes de ser ya sólo una instantánea del olvido.
Debo ir mucho en coche, pues veo a gente
llenar otras calles, pasear mudos
por las arterias blancas de esta urbe inundada
del eco ahogado de disonantes latidos,
dejando sorda la vida.
Quisiera llegar a su noche. Ver cómo van prendiéndose
de los recuerdos las farolas, reflejando
en el suelo mojado
mi rostro en movimiento, un rostro de pez
que no pudiera girar al cielo para ver las estrellas.
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Ese Pablo. Eres un crack. Que me gusta tenerte en mis cosas, que privilegio que vengas, y que te haya gustado.Pablo Ibáñez escribió:Ventura,
muy bien desarrollado este poema sobre la ciudad interior. Los detalles están tratados con claridad y resultan definitorios, aportan todos ellos al conjunto lírico, al tema. A mí me gusta.
Me alegro de verte en forma, amigo.
Un abrazo.
Una maravilla, Ventura! Esplendorosa imagineria, te felicito! Un abrazo, ERAVentura Morón escribió:...
Una ciudad vive en mí.
A veces, no puedo reconocerla,
se mezclan
los barrios como pedazos inconexos
hechos con ladrillos de realidad y cemento de sueños.
Me gusta pararme en sus parques. Muchas veces
están desiertos. El sol dora los verdes
y templa desnuda la piel en calma, tapizando de luces
párpados y ventanas que, abriéndose encienden
los senderos ocultos que conectan la memoria.
Hay suburbios en los que no puedo entrar.
Las deslenguadas carreteras
parecen estar cortadas y las aceras
son toboganes al vacío por los que transitan sólo fantasmas
inconscientes de ser ya sólo una instantánea del olvido.
Debo ir mucho en coche, pues veo a gente
llenar otras calles, pasear mudos
por las arterias blancas de esta urbe inundada
del eco ahogado de disonantes latidos,
dejando sorda la vida.
Quisiera llegar a su noche. Ver cómo van prendiéndose
de los recuerdos las farolas, reflejando
en el suelo mojado
mi rostro en movimiento, un rostro de pez
que no pudiera girar al cielo para ver las estrellas.
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