Re: Hijo de la guerra
Publicado: Vie, 17 Dic 2021 9:30
Poesía profundamente bella, desgarradoramente sensorial a cargo de Ramón Carballal.
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Gracias, Rafel. Un abrazo.Rafel Calle escribió: ↑Vie, 17 Dic 2021 9:30 Poesía profundamente bella, desgarradoramente sensorial a cargo de Ramón Carballal.
Gracias, Ricardo. Un abrazo.Ricardo López Castro escribió: ↑Vie, 17 Dic 2021 13:24 Muy buen poema.
Sensibiliza hasta a las piedras.
Me ha gustado mucho pasar por aquí.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad.
Gracias, Ramón, por leer y comentar. Un abrazo grande.Ramón Castro Méndez escribió: ↑Mar, 11 Ene 2022 21:08 Muy buen poema, Ramón. Toda la crudeza de la guerra y sus consecuencias reflejada en la soledad de ese niño.
Un placer de lectura.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Julio, por el generoso comentario. Un abrazo.Julio Gonzalez Alonso escribió: ↑Mié, 12 Ene 2022 17:28 Soberbio poema para el que faltan calificativos. Enhorabuena, Ramón. Abrazo y salud.
Un poema duro y necesario ayer y hoy, ojalá no sea tan duro perpetuamente. Su belleza consiste en la belleza viva de los ninos en medio de cualquier circunstancia. Mis respetos, Ramón Carballal.Ramón Carballal escribió: ↑Mar, 17 Sep 2019 18:56 ¿Será posible el silencio?
La luz no es oro
sino moléculas sucias que danzan
como en una locura de aullidos.
Casi no hay muros ni cristales en el edificio desmembrado,
un quejido se repite entre ecos de estertor,
salmodia fúnebre en los labios últimos.
El niño se pregunta otra vez, ¿será posible el silencio?
Descubre bajo los escombros un juguete de madera
que le labró su padre un domingo de abril.
Su padre que ya está muerto,
como su madre y los otros hijos de su madre
sepultados por una bomba de azufre.
Recoge el pequeño objeto, un automóvil tosco de caoba,
sin ruedas, tintado con colores alegres: rojo, azul, amarillo.
¡Es tan fácil que en un niño arraigue
de nuevo la ilusión!
Porque ahora viaja, sí,
viaja moviendo con sus pequeñas manos el aire,
asido al auto como a un brazo o a una liana que le lleva a otro país,
a otro tiempo, a otro lugar
lejos de la barbarie.
No ha comido en días, no se ha lavado,
sus ropas revientan de suciedad
y están tan rotas como su alma.
Al cerrar los ojos ya no vive allí,
ya nada le podrá hacer daño,
aunque suenen de nuevo las sirenas
y gritos de terror inunden las calles
y silben las balas
y los cañones escupan toda su miseria
en hospitales y escuelas.
Al niño no le importa
porque ha dejado de ser un cuerpo entre el horror,
porque en su imaginación juega en un parque
y hay paz y hay futuro
y, por fin, hay vida para las vidas.
Tenro e estarrecente, Ramón. Achegador na tristura, na xenreira, na gaiola esperanzadora dos soños de futuro.Ramón Carballal escribió: ↑Mar, 17 Sep 2019 18:56 ¿Será posible el silencio?
La luz no es oro
sino moléculas sucias que danzan
como en una locura de aullidos.
Casi no hay muros ni cristales en el edificio desmembrado,
un quejido se repite entre ecos de estertor,
salmodia fúnebre en los labios últimos.
El niño se pregunta otra vez, ¿será posible el silencio?
Descubre bajo los escombros un juguete de madera
que le labró su padre un domingo de abril.
Su padre que ya está muerto,
como su madre y los otros hijos de su madre
sepultados por una bomba de azufre.
Recoge el pequeño objeto, un automóvil tosco de caoba,
sin ruedas, tintado con colores alegres: rojo, azul, amarillo.
¡Es tan fácil que en un niño arraigue
de nuevo la ilusión!
Porque ahora viaja, sí,
viaja moviendo con sus pequeñas manos el aire,
asido al auto como a un brazo o a una liana que le lleva a otro país,
a otro tiempo, a otro lugar
lejos de la barbarie.
No ha comido en días, no se ha lavado,
sus ropas revientan de suciedad
y están tan rotas como su alma.
Al cerrar los ojos ya no vive allí,
ya nada le podrá hacer daño,
aunque suenen de nuevo las sirenas
y gritos de terror inunden las calles
y silben las balas
y los cañones escupan toda su miseria
en hospitales y escuelas.
Al niño no le importa
porque ha dejado de ser un cuerpo entre el horror,
porque en su imaginación juega en un parque
y hay paz y hay futuro
y, por fin, hay vida para las vidas.
Gracias, ERA, por leer y dejar tu comentario. Un abrazo.E. R. Aristy escribió: ↑Sab, 22 Ene 2022 23:01Un poema duro y necesario ayer y hoy, ojalá no sea tan duro perpetuamente. Su belleza consiste en la belleza viva de los ninos en medio de cualquier circunstancia. Mis respetos, Ramón Carballal.Ramón Carballal escribió: ↑Mar, 17 Sep 2019 18:56 ¿Será posible el silencio?
La luz no es oro
sino moléculas sucias que danzan
como en una locura de aullidos.
Casi no hay muros ni cristales en el edificio desmembrado,
un quejido se repite entre ecos de estertor,
salmodia fúnebre en los labios últimos.
El niño se pregunta otra vez, ¿será posible el silencio?
Descubre bajo los escombros un juguete de madera
que le labró su padre un domingo de abril.
Su padre que ya está muerto,
como su madre y los otros hijos de su madre
sepultados por una bomba de azufre.
Recoge el pequeño objeto, un automóvil tosco de caoba,
sin ruedas, tintado con colores alegres: rojo, azul, amarillo.
¡Es tan fácil que en un niño arraigue
de nuevo la ilusión!
Porque ahora viaja, sí,
viaja moviendo con sus pequeñas manos el aire,
asido al auto como a un brazo o a una liana que le lleva a otro país,
a otro tiempo, a otro lugar
lejos de la barbarie.
No ha comido en días, no se ha lavado,
sus ropas revientan de suciedad
y están tan rotas como su alma.
Al cerrar los ojos ya no vive allí,
ya nada le podrá hacer daño,
aunque suenen de nuevo las sirenas
y gritos de terror inunden las calles
y silben las balas
y los cañones escupan toda su miseria
en hospitales y escuelas.
Al niño no le importa
porque ha dejado de ser un cuerpo entre el horror,
porque en su imaginación juega en un parque
y hay paz y hay futuro
y, por fin, hay vida para las vidas.
Grazas, Xaime, pola visita e polo comentario. Forte aperta.xaime oroza carballo escribió: ↑Dom, 23 Ene 2022 1:50Tenro e estarrecente, Ramón. Achegador na tristura, na xenreira, na gaiola esperanzadora dos soños de futuro.Ramón Carballal escribió: ↑Mar, 17 Sep 2019 18:56 ¿Será posible el silencio?
La luz no es oro
sino moléculas sucias que danzan
como en una locura de aullidos.
Casi no hay muros ni cristales en el edificio desmembrado,
un quejido se repite entre ecos de estertor,
salmodia fúnebre en los labios últimos.
El niño se pregunta otra vez, ¿será posible el silencio?
Descubre bajo los escombros un juguete de madera
que le labró su padre un domingo de abril.
Su padre que ya está muerto,
como su madre y los otros hijos de su madre
sepultados por una bomba de azufre.
Recoge el pequeño objeto, un automóvil tosco de caoba,
sin ruedas, tintado con colores alegres: rojo, azul, amarillo.
¡Es tan fácil que en un niño arraigue
de nuevo la ilusión!
Porque ahora viaja, sí,
viaja moviendo con sus pequeñas manos el aire,
asido al auto como a un brazo o a una liana que le lleva a otro país,
a otro tiempo, a otro lugar
lejos de la barbarie.
No ha comido en días, no se ha lavado,
sus ropas revientan de suciedad
y están tan rotas como su alma.
Al cerrar los ojos ya no vive allí,
ya nada le podrá hacer daño,
aunque suenen de nuevo las sirenas
y gritos de terror inunden las calles
y silben las balas
y los cañones escupan toda su miseria
en hospitales y escuelas.
Al niño no le importa
porque ha dejado de ser un cuerpo entre el horror,
porque en su imaginación juega en un parque
y hay paz y hay futuro
y, por fin, hay vida para las vidas.
Grazas polo canto que se fai, laio, que se fai berro.
Fonda aperta, meu.
Gracias, Javier. Saludos cordiales.Javier Dicenzo escribió: ↑Dom, 23 Ene 2022 2:06 Emotivo trabajo donde lo social y la realidad se ven plasmados un placer pasar por tu obra.