Editorial Alaire

De la primera flor, blanca, has pasado al negro de la tinta; así es la escritura de nuestra vida: transformar en signos gráficos una melodía que es nuestra historia. Se empieza con un papel vacío de ellos, parece infinito el recorrido y a medida que rellenamos el folio va quedando menos espacio. Es la realidad del carácter finito del cuerpo. Los que creemos que la materia no muere somo ilusos de que haya papeles de otra dimensión.
Te vas a decantar en la serie por una estrofa corta y de versos normalmente largos, cuyo corazón es una potente metáfora; buena elección: las flores pequeñas del eucalipto casi se pierden, como nosotros en el universo, en un árbol longevo. La eternidad sería el ámbar en el que quedan atrapadas nuestras manos, como insectos de la vida.

Un abrazo y salud