autovía 1
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Marius Gabureanu
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Re: autovía 1
Amigo Oscar, me guste o no me guste tu comentario, tengo que dedicarte tiempo, lo mismo que has dedicado tiempo a leerme, las cosas son así. La verdad es que todo hubiera sido más fácil si no hubieras dejado esa observación, y sobre todo la forma en la que la has dejado, lamentable. Si quieres que hablemos sobre el funcionamiento de Alaire , te diré que mis lectores son más o menos los tuyos, y que somos lectores a nuestro turno de los mismos poetas, así que lameculos es como si te mirases en el espejo, amigo, pero a ver, si tuviéramos que hacer una valoración exacta de los poemas que aquí se publican, sigo creyendo que sobra calidad, que los lameculos de los que tu hablas, están en tu mente, porque si no, de donde los has sacado?Bien, aquí acaba lo de la observación.
El surrealismo no es un cartón de huevos, no tiene fecha de caducidad. Es , simplemente, avanzar. Ciertos poemas avanzan, y otros no. Si yo tuviera que elegir entre un acróbata cruzando el río , a punto de morirse de puntillas en una cuerda, en su frágil equilibrio, así pensamos los espectadores, desde luego su equilibrio mental es algo que nos perturba, y un hombre que cruza el puente sin saber siquiera que hay un río debajo, creo que adivinas mi respuesta.
Sigamos cruzando el río de la poesía, amigo Oscar, tú por el puente y yo por la cuerda. Abrazos.
- Rafel Calle
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Re: autovía 1
No voy a comentar si el surrealismo está pasado de moda; basta con lo del cartón de huevos. Dicho queda. Si te fijas, en Alaire hay un estilo que mezcla las imágenes surrealistas con otras figuras literarias imbricadas en la cotidianidad (también, muy a menudo se introducen símbolos), es decir, se trata de un estilo que utiliza un mestizaje de estilos, surrealista, simbolista, realista..., que se puede acentuar más o menos dependiendo de cada autor, de su visión de las cosas y, sobre todo, del lenguaje que emplea para mostrarlas.
Dicho estilo que practica un grupo de poetas en Alaire, tiene un denominador común: La versificación. Parece poco importante, pero si lo piensas somos los primeros que reivindicamos el verso libre como un verso con todas las de la ley. En realidad, decimos que el verso que llaman libre, no lo es porque se debe a unas normas que se hallan en la versificación (la métrica es una parte de la versificación). Por eso lo llamamos multimétrico. Es un verso multirrítmico, mezcla las metrías y, claro, los ritmos. El ritmo en el poema no se puede entender como el ritmo en la música. El ritmo en el poema se debe entender como el ritmo en la escritura literaria y su correspondiente lectura culta. El ritmo está en la palabra y en sus combinaciones. Luego está el monorritmo, de acuerdo, pero ahora no hablamos de eso.
En fin, no sé cómo llamar a ese nuevo estilo, quizá, neosurrealismo. Por lo menos es valiente. El surrealismo ha sido muy castigado, porque, en efecto, el grueso de la obra surrealista es bastante prescindible. Sin desarrollo literario, sin signos de puntuación, con ocurrencias ortográficas, con una versificación lamentable..., en fin, pienso que los surrealistas nunca creyeron en su estilo, en su poética, por eso se presentaban tan lamentablemente embarullados. La escritura tiene una labor fundamental: transcribir el pensamiento del escritor, traducirlo, transmitirlo, sea cual sea y ¿por qué no multievocador?
Abrazos.
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Re: autovía 1
No obstante suelo leer todos los textos que puedo, sobre todo de autores que al menos en algún momento he considerado que tienen algo que decir y lo dicen desde la poética. Es el caso de Marius, procuro leer sus poemas sin dejarme llevar en primer plazo por mi gusto. Igualmente lo hago con textos de otros autores.
El surrealismo, así sin más, es un gran cajón de sastre en el que cabe todo aquello que en el ocurrente mundo de la imaginación empuja para acabar escrito en una página. Pero, el borbotón de las palabras puede ser regulado mediante el reposo de las ideas.
Claro está que el efectismo de la palabra seduce, y lo hace desde diferentes ángulos pero suele coincidir su mayor seducción cuando el ángulo apunta a una estética amable que comporta una sonoridad fácilmente aceptable. Por el contrario, ante una estética menos amable o incluso abrupta, aun siendo igualmente seductora en cuanto a llamada de atención, produce un efecto que es menos fácil de aceptar para incorporarlo a nuestro ideario.
Esto sucede por la carga sicológica que todo texto tiene, o debería tener, cuando hablamos de literatura en general y, cómo no, de poética y poemas. La carga sicológica del texto enfrentada a la impronta sicológica de nuestro imaginario produce una reacción que como resultado dará paso, o no, a que la propuesta llegue a formar parte de nuestro ideario. Y aquí no hablo de gustos sino de conceptos.
Cualquier expresión, e improviso, que contenga algo como:
Tu piel tejida por las arañas de mis pupilas
generará cierto efectismo que fácilmente puede caer por gravedad en el cajón surrealista, tal vez injustamente confundida con lo simbólico, bien sea por su pulso onírico o por las creencias/preferencias instaladas en quienes se acerquen a ese texto o similares.
Componer un poema con proposiciones intercaladas de este tipo resulta tentador debido a la seducción que producen, fácilmente asimilable, al generar un ambiente de sombras chinescas en el que nuestra atención queda captada por la seducción antes que por la solidez del Discurso Poético, motivo del Objeto Poético. Si en el discurso queda diluido el objeto poético por anteposición de un efecto de seducción prescindiendo del motivo, el resultado de esa contraposición puede desfavorecer, y en ocasiones anular, la potencia del poema al quedar el discurso por debajo del efecto.
Cuando Óscar señala que encadenar fuegos artificiales a modo de metáforas inconexas, deduzco que se refiere a los riesgos de un pretendido efectismo, ya que, efectivamente, existe el riesgo de producir el resultado contrario; esto es, que el texto bajo una mirada crítica aparezca disipado y opuesto a la cohesión del Discurso.
Así pues, entiendo que el efectismo de algunos recursos juega en contra de los poemas en cuanto a la Propuesta y su Proyección, para entrar a continuación en el otro aspecto, Estilo, de los tres que considero fundamentales a la hora de analizar críticamente un poema. Estos aspectos sobre la crítica están apuntados en mi artículo Gusto, opinión y crítica, en el foro de Crítica.
Y digo que no favorece a la obra porque tanto la Temática como el Objeto Poético quedan diluidos entre el Discurso a favor del efecto, efectismo, que produce un tratamiento donde prima un talante de seducción que, en un principio puede hacernos volver la cabeza, pero que puede quedar como un gesto pasajero.
En cuanto a la Transmisión/Irradiación de la obra, la Proyección del suceso emocional, suele suceder en estos casos que su efecto es de escasa Pregnancia; o sea, poco calado en cuanto a la permanencia en el imaginario del lector y mínima profundidad en cuanto a instalarse en el ideario personal, precisamente por la efímera notoriedad del efectismo al actuar como una pantalla traslúcida que desdibuja el Discurso y Objeto poético.
Desde aquí, desde la Pregnancia, entramos en el Estilo del autor, su técnica, recursos y culturalidad que enmarcan el Estilo, la impronta poética del autor. En definitiva, el Estilo es el modo en que se expresa un autor a tenor de los conceptos señalados en relación al modo en que llegan al lector. Sin esa puesta en relación no hay Estilo que valga ya que no es tanto el modo de emitir de un autor como el suceso que se produce en la recepción del lector. Si, del Estilo de un autor, nos queda un recuerdo impreciso de la profusa utilización de lo metafórico por encima del Discurso mediante el que poner en valor el Objeto Poético, y, si lo metafórico raya, además, un proceso en extremo onírico en su argumento hasta caer en lo surreal como ejercicio, nos encontramos ante una obra que difícilmente trascenderá más allá de los flashes y de la ornamentación que la compone.
Para poner un símil físico, el peso específico; la relación entre el peso del significado del poema en cuanto a Sustancia que nos afecta, y el volumen como evidencia del Discurso sin perder de vista el Objeto.
O sea, la fuerza con la que nos vemos atraídos hacia el poema.
Evidentemente esto es válido para cualquier tratamiento, sea el perfil estilístico que sea, si embosca cualquiera de los dos puntos clave de un poema, Propuesta y Proyección que determinan la Pregnancia. Cuanto más emboscada quede la Pregnancia tras el efectismo, menor trascendencia del poema en cuanto a su Objeto.
Como dijo Charles Baudelaire, la crítica debe adoptar un punto de vista exclusivo que abra al máximo los horizontes. Evidentemente esto no es fácil por todo lo que comporta, al fin y al cabo tratamos con material sensible. Y precisamente por eso, aquí en los foros, debemos tener el talante suficiente para abrir los horizontes sin rasgarnos las vestiduras.
Saludos.
- Pablo Rodríguez Cantos
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- Registrado: Vie, 04 Ene 2019 10:46
- Ubicación: Granada (España)
Re: autovía 1
Te dejo una observación sobre el surrealismo. Ya sabemos que el surrealismo pata negra, el surrealismo teórico de André Breton, se basa en la libre asociación, a la que se confía el hacer aflorar el inconsciente del artista, de donde resulta el carácter personal de la obra.
Teóricamente es interesante, pero en la práctica pronto se vio que tal arbitrariedad necesitaba algún tipo de organización. Por eso los surrealistas despreciaron "Poeta en Nueva York" de Lorca: no les pasó desapercibida la impecable lógica poética de mi paisano, al que acusaban de ser, en el fondo, tremendamente racional, de no dar rienda suelta al inconsciente.
Quizá por eso "Poeta en Nueva York" es una obra maestra (lo es en muchos sentidos): supo disponer el colorido surrealista, esas "explosiones de colores" que decía Óscar, en una arquitectura tan sólida que nada ni nadie la podrá destruir. En cambio, la arbitrariedad en el arte (hablo en general, no hablo de este poema en concreto) se tumba con la más leve brisa. Es cómoda para poder escribir tantos poemas como se quiera, pues donde dice "árbol" podría decir "sofá" sin que nadie proteste; pero como principio constructivo, se agota en seguida, ¿no crees?
Volviendo, ahora sí, a tu poema, te repito lo que te decía antes: esta vez no consigo ver la estructura lógica que otras veces te he celebrado abiertamente. No digo que no la haya, sólo que no he sido capaz de captarla.
Saludos.