Editorial Alaire

Ricardo López Castro escribió:Muy bueno, Ramón.
Delicada escritura y un halo envolvente, convincente y trascendente.
Te mando un abrazo fuerte, con mis mejores deseos y bendiciones.

José Manuel F. Febles escribió:La suavidad de tus versos y el lirismo que los llenan, hacen de él un poema hermoso para su lectura. Te felicito compañero.

Desde mi isla, un cordial abrazo

José Manuel F. Febles

Ramón Castro Méndez escribió:


Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Ramón Castro Méndez escribió:

No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Marisa Peral escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:


Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Precioso poema Ramón, cuanta entrega y ternura en estos versos ¡Felicidades, amigo!
Un abrazo.

E. R. Aristy escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:

No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Hermoso poema, Ramón Castro. Se abre pidiendo tiempo para amar, cuanto lirismo! ERA

Ramón Castro Méndez escribió:

No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Ramón Castro Méndez escribió:

No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Alonso Vicent escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:

No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Sigue habiendo un cobijo de luz en el fondo que palpita.
Un placer este lirismo que traes y que se disfruta y agradece.
Un abrazo Ramón.

Silvia Savall escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:

No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre
destella en cada extenuante latido.
T´´u que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.

Da gusto leerte y sumergirse en la llama de tus versos.
Te admiro mucho.
Abrazo grande.

Antonio Justel escribió:... un buen trabajo con sello íntimo y sutil, Ramón, de gran valor poético en sí; felicitaciones. Orión