Manuel Alonso escribió:Cuando la ciudad viene a menos
ponen las calles
sale la manada a ver lo que sale
y se desencadenan los acontecimientos:
consentidos o no, Íntimos, reprobables,
a presuntas víctimas o no
de agresiones causadas, compatibles o no
con las lesiones ocasionadas y ocasionales
víctimas propiciatorias y vulnerables.
Sale con las manos vacías,
producto de devaneos y sarcásticas sonrisas,
y vuelve y revuelve las tripas
por un triste y delictuoso suceso
que se convierte en un espectáculo
mediático y obsceno.
En las aceras y esquinas locales, hábitos comerciales,
foráneos vómitos y orines a mares.
Ajenos a deberes cívicos y derechos fundamentales,
disfrutan de asuntos propios con efectos retroactivos, los chavales,
uno guardia civil, otro soldado profesional y los demás miembros electos,
de los oficios más diversos y perversos, con seguros a terceros
y sin seguridad social.
La manada sale cuando ponen las calles,
y las pone patas arriba
como si fueran sillas de bulevares
eso es así y así es
bajo efectos especiales,
se desboca y es voyeur.
Sale con disciplina, con desprecio, menosprecio, sin desperdicio, sin
desperdigarse, sin desdeñar oportunidades que se presenten
o se futuren, (es broma)
con capacidad para asumir riesgos sobrevenidos y pericia para obrar
y huir y salir en los informativos y pitando del atolladero.
Sale deprisa, del paso, pero sin pausa. a toda costa,
con todas las consecuencias,
dispuestos para la práctica grupal,
con o sin métodos preventivos
los miembros,
permanente, convenientemente asesorados,
tatuados, altivos, furtivos, sórdidos, salidos,
colocados y cómodos y gratuitos.
Sale y sabe mucho de territorios, adentrarse en sus dominios, recorrerlos,
defenderlos, administrarlos, suministrarlos, anexionarlos,
como en las invasiones,
los portales, soportales,
hoteles, suburbios,
establecimientos públicos,
es imprescindible.
Sabe tanto y a tanto llega su espanto,
que olvida la clave, la seña y el santo,
y provoca el consabido escándalo,
consumado el acto y el contacto,
la tropelía graba, se vanagloria,
pero no lo cuelga en las redes,
esta vez prefiere guardar los vídeos robados,
como un reportero novato a tiempo parcial,
en el móvil personal.
Cruzan las calles y las plazas y las rotondas, doblan las esquinas, cierran los
ojos, los establecimientos, vuelcan los contenedores, andan las mujeres sueltas,
desatadas, algunas desvalidas, ataviadas por la vida, atrevidas, divertidas,
ávidas de igualdad, seguridad pública, jurídica, seguridad sexual.
Los miembros de la manada no ofrecen garantías, los hechos son muy graves, no
depositan fianza, no es necesario, les privan de libertad, por culpa del infortunio,
una situación consentida, dicen los presuntos, tipificada en el
código penal.
La ciudad bajo los efectos, los síndromes y las disfunciones e incontinencias
verbales,
la subestimación o pérdida de control, adicciones a productos desinhibidores y
un consumo
desmesurado de determinados vicios, a los precios actuales, abusivos del
mercado,
gracias a la realeza, burocracia, antisistema y a la torpeza
del parlamentarismo.
Esperemos que la ley aclare y solucione este lio,
y se aplique en conciencia y como consecuencia,
se proceda con firmeza, pero con verdadera justicia,
esa dama tan solemne con los ojos tapados, real y tardía
pero extremadamente benigna.
Esa dama me recuerda el símbolo de la justicia. JUsticia social? pude sentir la invasión de la manada doblar las esquinas, lenvantar sus patas atropellandolo todo a su paso. El hombre es el animal que mata al hombre cuando tiene la panza bien llena, el injustificable en su maldad. Te felicito por un poema tan duro como este. ERA