Editorial Alaire

Ramón Carballal escribió:Hermoso viaje el que has ensalzado con tu pluma. Enhorabuena y un abrazo.

Pablo Ibáñez escribió:Carmen,

me ha gustado el poema, amiga. Creo que has sabido evocar muy eficazmente el ambiente de un viaje veraniego, entre islas y caricias, rebosante de sensualidad. Me gustan los detalles corpóreos --la piel omnipresente-- y paisajísticos. La combinación de ambos genera un ambiente nostálgico y sensual que trasmite.

Algunos detalles para comentar. Cuando dices "mis ojos de gacela", resulta un tanto chirriante, en mi opinión. Es una expresión un tanto gastada y una metáfora de este tenor aplicada a uno mismo, no sé... "Tus ojos de gacela" ya suena un poco gastado. "mis ojos de gacela" suena aun más extraño, por cuando se aplica a uno mismo una metáfora apreciativa de belleza, un tipo de metáfora que solo tiene sentido aplicada al objeto amado. Es como decir "mis dientes son perlas"

para realizar cosas hermosas y valiosas

quizá este verso resulte un poco flojo respecto al resto del poema. "Cosas" es una palabra no muy poética, de las que Óscar Distéfano llama "desaliñadas". "Realizar" también deja un cierto poso de vaciedad. "Realizar cosas". Estoy seguro que podrías encontrar soluciones mucho mejores para expresar lo mismo. En un poema bueno como este, un verso poco cuidado puede llevar al traste toda la tensión lírica que tan bien se había mantenido.

Bueno, que me ha gustado mucho el poema, Carmen.
Un abrazo.

J. J. M. Ferreiro escribió:Un magnífico poema de profunda reflexión sobre la madurez de los sentimientos. Esa perspectiva lúcida y sabia que nos da la experiencia vital.

Todo un placer de lectura, querida amiga.

Un bico.

Ronald Bonilla escribió:hermoso poema, Carmen, nos compartes, con tonos posmodernistas, abrazos

Carmen Pla escribió:No había nada más que el eterno disco azul.
Nada más a nuestro alrededor,
que bandadas plateadas de un cielo
sin vapor y sin nubes con un sol abrasador.

La noche era extensión profunda.
Las calles, tierra colorada,
resaca blanca abrigada de colores
en todos los contornos difusos:
agresiva exuberancia surcando el océano infinito
de una piel morena atrapada en mis ojos.

Yo, destilando silencio perdido.
Tú, obstinación silenciosa
entre pensamientos de pasos activos.

Jamás olvidaré tu mano tostada por el sol,
ni tus dedos reluciendo anillos de oro;
el recuerdo ágil de tu piel cobriza y curtida
remendada al sol.

No olvidaré nuestra escalera de cuerda
ni nuestro pequeño equipaje,
ni el mapa de nuestros cuerpos salpicados
de todas las islas perdidas,
escupiendo costas extrañas entre cadenas montañosas.

Tu nostalgia entiende más que yo
del fino velo blanco del viaje,
para protegernos del polvo del camino
hasta descubrirnos y sorprendernos
sobre las mañanas y sus destinos.

El desvarío amoroso que contempla
- tu rostro y tu sueño -
con fina capa de lluvia recién caída
de todos los colores ígneos llenos de tonos lila.

Un esmalte nimbado dejando ansia de expectativa,
un bello rincón donde envolvernos
en nuestro último descanso;
y que suene el carillón de mil sombras crepusculares
para ser huésped de tu piel,
sintiendo un camino vivo en nuestro pecho
sin sensación de desarraigo.

Todas las realidades de un sentimiento
sin ser mero sentimentalismo,
- uno tiene su patria - (ya lo sabemos)
para realizar hermosos y valiosos afectos
de un tiempo cubierto del apacible polvo.

Mucho fue lo que vivimos y vimos
rumbo a los trópicos para solazarnos
sobre los rescoldos del fuego,
antes de buscar refugio contra el frío.