Editorial Alaire

Rafael Valdemar escribió:El latido de una palabra antigua te requiere
en el momento que mi voz te hace presencia
y puedo escuchar atónito el arrullo del poniente
meciéndose en la piel como una incertidumbre
que su angustia cotidiana repica sobre el aire
y sacude a la memoria igual que tempestad callada.
Ahora que el pulso de la lluvia dicta su melancolía,
carcomidos por la duda, los huérfanos de la noche,
desnudos y en silencio, buscan el sortilegio de la luz,
pero la neblina del tiempo perpetua se derrama
sobre esta rutina estéril que todo lo ensombrece.
¿Por qué nunca llegas como una sementera en cinta
fecundando en el útero del futuro las respuestas
que jamás consigo hallar en el fondo de los vasos?
Tú que siempre conociste bien mi anhelo y provocaste
el incendio de la carne, convertida en ceniza y elegía,
regresa para habitarme la sangre con tus náufragos.
Hay días que un recuerdo tuyo con el alba se despierta
y se proyecta en mi como el enunciado de un preludio
que comunica ese canto corrosivo que nace de tu boca
y sobre los arpegios de estos labios la música del mar
se me insinúa: ensaya para mí tu sinfonía y sus notas
madréporas y espumas al puerto de mi cuerpo arriban.
Luego, bajo el palio de tu ausencia, todo vuelve a surgir
y se desvanecen las máscaras que a la tristeza encubren,
arden las vértebras del crepúsculo que mutiló el ocaso
y el presagio de la vida a una balsa de coraje se aferra
para que tu olvido no consiga borrar mis cicatrices.