Maria Rodriguez escribió:Me gustó tu poema, Rosa, lirico y con un pensamiento de identidad
Maria
Gracias, María. Me alegra que te haya gustado el poema.
Un abrazo.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Maria Rodriguez escribió:Me gustó tu poema, Rosa, lirico y con un pensamiento de identidad
Maria
Ana Muela Sopeña escribió:Magnífico poema, Rosa:
Tu poesía siempre está cargada de grandes metáforas que disfruto enormemente.
Enhorabuena, compañera
Un beso
Ana
Pablo Ibáñez escribió:Rosa,
muy potente este poema, querida amiga. Me ha gustado muchísimo. Me gusta ese diálogo con la otra, la expresión de la contradictoria relación con nosotros mismos, me gusta mucho el tono elegido, la dirección del tú poético, muy bien arropada de detalles emocionales. Destacaría también el trabajo en los encabalgamientos, muy alairistas.
Estás tan cerca
y apenas te conozco;
hay algo, alguien, que interfiere
entre tu voz y yo: la escarcha
de un rencor antiguo, la caducada espuma
del orgullo, tal vez alguna que otra muerte
domesticada a latigazos
de silencio.
Un abrazo.
Rafel Calle escribió:Magistral. La versificación, el tratamiento y desarrollo rítmico-literarios. Lo tiene todo, aun una apabullante sencillez, bellísima sencillez como un aditamento para la aprehensión racional del discurso. Parece fácil, pero...
Mi más cordial enhorabuena, amiga Rosa, es usted una autora de tronío.
Abrazos.
J. J. M. Ferreiro escribió:Lírica que entra por todos los poros de la piel.
Todo un placer de lectura, querida amiga.
Bicos.
Marisa Peral escribió:Rosa Marzal escribió:
Estás tan cerca
y apenas te conozco;
hay algo, alguien, que interfiere
entre tu voz y yo: la escarcha
de un rencor antiguo, la caducada espuma
del orgullo, tal vez alguna que otra muerte
domesticada a latigazos
de silencio.
Es un poema precioso Rosa, la primera estrofa es magnífica y el resto tiene ese tono de inquietante misterio que atrapa has ta el final.
Felicidades y un abrazo.
Rosa Marzal escribió:Estás tan cerca
y apenas te conozco;
hay algo, alguien, que interfiere
entre tu voz y yo: la escarcha
de un rencor antiguo, la caducada espuma
del orgullo, tal vez alguna que otra muerte
domesticada a latigazos
de silencio.
¿Quién eres? - te pregunto-
soy yo, el de siempre – me respondes.
Cargas mi sombra sobre tus costillas
desde la infancia
(desde la eternidad).
Puedes tocarme, estoy aquí,
a tu lado: carnal,
ausente,
apenas a un año luz
de tu verdad.
Ven a buscarme
cuando me haya marchado.
Temo que llegues
camuflada bajo piedras
de ironía,
vomitándome el alquitrán
de una promesa.
Temo la luz que hiere las palabras
que no sé pronunciar.
Hola y Adiós,
mi querida enemiga;
mi íntima
desconocida.