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Re: Creando dioses
Publicado: Sab, 25 Feb 2017 8:49
por Óscar Distéfano
Marisa Peral escribió:
Excelencia en estos versos sabios, amigo Óscar, felicidades por la belleza.
Un placer su lectura y, siempre para mi, aprendizaje. Lo he disfrutado.
Abrazos.
Te agradezco los conceptos vertidos, amiga Marisa. Me alegra mucho verte por mi post.
Un saludo de amistad.
Óscar
Re: Creando dioses
Publicado: Sab, 25 Feb 2017 12:53
por Guillermo Cumar.
Me encantó contemplar qué bien investiga tu inspiración en el poema. Cuando la duda se emancipe,ahí está el poeta
para rememorarlo. Cuando tengamos la capacidad de aclarar misterios perteneceremos a esos mundos nuevos que
tienen su señal y vida a cuarenta años luz del telescopio verso.
un abrazo
Re: Creando dioses
Publicado: Sab, 25 Feb 2017 13:20
por Ramón Castro Méndez
Magnífico poema, Óscar. Quizá la verdad esté a medio camino, entre dioses y hombres. Quizás haya en los dioses una huella de humanidad y en los hombres un rastro de divinidad. ¿Acaso no formamos, unos y otros, parte del mismo universo? Mi aplauso.
Un abrazo.
Re: Creando dioses
Publicado: Dom, 26 Feb 2017 9:35
por Rafel Calle
Muy bello trabajo de Óscar.
Re: Creando dioses
Publicado: Sab, 06 Feb 2021 5:59
por Rafel Calle
Arriba con este poema tan bello como interesante de Óscar Distéfano, muy apropiado para los tiempos que corren ahora.
Re: Creando dioses
Publicado: Vie, 13 Ago 2021 1:57
por E. R. Aristy
Óscar Distéfano escribió: ↑Mar, 21 Feb 2017 4:37
Creando dioses
No soy la rectitud del árbol milenario,
ni la industriosa abeja soy, ni el virus último,
mutante de otras formas de odiar el alma humana,
ni el protozoo soy, ninguna célula.
La sangre del ancestro surca tenaz el río de la muerte,
sustenta la memoria colectiva,
perdura con razón salvaje en el hombre moderno,
con ímpetu galopa por los páramos
herida de inclemencias.
La voz atávica se enrosca en las entrañas,
deambula por la calles vacías de este siglo,
en silencio de miedos primitivos
y guturales ecos de la carne,
con los gritos de padres sementales
en grutas con olor en las axilas.
No soy la cara repleta de alegrías,
paseando sus duras cicatrices
de antiguo hombre infortunado,
dos mil años después que sangrara la herida.
No soy el cíclico concierto de reforma perpetua.
El cielo es el mismo, la aurora y el crepúsculo,
la bruma de las horas, el color de la espera,
del consuelo, del crédito futuro de la raza.
El sueño es el mismo
en las mil constelaciones de la noche,
en el amor salvaje y anhelada ternura,
en la siembra y colecta de los dioses,
en los ojos y pasmo,
frutos del anhelo de tiempos infinitos.
Sólo la aguja soy que pincha el globo del misterio,
buscando recoser su angustia en el otoño
y apaciguar a los heraldos de la muerte,
creando dioses (sobre todo, esto), creando dioses,
tantos como sea posible complacer,
y hora tras hora pretendiendo
detener con sus manos la hojarasca.
Regreso a este poema excelso y relevante a esto días difíciles de manejar. Un abrazo grande, querido Oscar. ERA