Re: Averbal
Publicado: Vie, 24 Feb 2017 17:13
Desde el punto de vista poético, me parece tu poema algo que, sin ser dulce ni exquisito, es excelso, sublime, innovador. Sacar tanto provecho de la muerte, a estas alturas, me parece una genialidad poética.
Desde el punto de vista del pensamiento, permíteme que debata, de esa forma intelectual de debatir que no separa: acerca.
Nadie sabe de mi más que mi nombre,
De acuerdo. Pero muchos suponemos algo más, y en esa suposición, a falta de otra cosa, basamos nuestra existencia.
¿Quién dijo que soy la solución definitiva a tus problemas?
Pocos lo dicen de verdad. Hay muchos suicidios, pero muy pocos porcentualmente. ¡Ah, la esperanza!
y si piensas –cosa tuya–
que soy umbral de nada absoluta
¿Con qué sustancia temblarías ante mi saya?
Aun esos que así piensan, tiemblan, temblamos, por dejar de ser esto que llamamos ser.
Qué tanto me preguntas?
si soy tan sólo un instante
¿Por qué me supones tan sabia?
No es sabia: es poderosa, despiadada, incomprensible. No le pregunto porque la odio.
Quien me escribe
tampoco sabe nada de mí,
pobre ignorante…
Por eso lo asalto en las noches,
mi guadaña obnubila su vigilia y le dicta al oido
–encriptada en dialecto averbal–
alguna confidencia que no pueda descifrar.
No eres ignorante, sino filósofo. En tus noches, ¡déjala en paz!
Así que tú, que me lees,
tras este último verso…
¿Me podrías ignorar?
No. No puedo ignorarla. Ni a ella ni a quien la escribe.
Perdona mis divagaciones y recibe mi admiración y mi abrazo.
Jerónimo
Desde el punto de vista del pensamiento, permíteme que debata, de esa forma intelectual de debatir que no separa: acerca.
Nadie sabe de mi más que mi nombre,
De acuerdo. Pero muchos suponemos algo más, y en esa suposición, a falta de otra cosa, basamos nuestra existencia.
¿Quién dijo que soy la solución definitiva a tus problemas?
Pocos lo dicen de verdad. Hay muchos suicidios, pero muy pocos porcentualmente. ¡Ah, la esperanza!
y si piensas –cosa tuya–
que soy umbral de nada absoluta
¿Con qué sustancia temblarías ante mi saya?
Aun esos que así piensan, tiemblan, temblamos, por dejar de ser esto que llamamos ser.
Qué tanto me preguntas?
si soy tan sólo un instante
¿Por qué me supones tan sabia?
No es sabia: es poderosa, despiadada, incomprensible. No le pregunto porque la odio.
Quien me escribe
tampoco sabe nada de mí,
pobre ignorante…
Por eso lo asalto en las noches,
mi guadaña obnubila su vigilia y le dicta al oido
–encriptada en dialecto averbal–
alguna confidencia que no pueda descifrar.
No eres ignorante, sino filósofo. En tus noches, ¡déjala en paz!
Así que tú, que me lees,
tras este último verso…
¿Me podrías ignorar?
No. No puedo ignorarla. Ni a ella ni a quien la escribe.
Perdona mis divagaciones y recibe mi admiración y mi abrazo.
Jerónimo