Rosa Marzal escribió:Eres un árbol y no lo sabes;
un árbol raro de místicas raíces.
Solo hay que talarte un poco
la ternura, afilar tus silencios
con un cuchillo lento, pellizcarte sutilmente
el orgullo
o dejar que las hormigas devoren tu corazón
de lluvia
para que fructifiques.
Sí, eres un árbol,
nada menos;
nada más que un árbol.
Danos tu carne
verde, el rojo delirio
de tu sangre:
tenemos hambre,
tenemos sed,
cojeamos de estrellas...
No lo sabes, pero
quizá
tu madera alimente
la hoguera que mitiga
el hastío,
y tu cabello de hojas
nos resguarde este largo invierno del acero
del cielo.
¡Qué dulce paraguas
para la muerte!
¡Qué bello resplandor
tu sacrificio!
Bella alegoría, líricamente encubierta hasta el punto de hacerme dudar de que, en verdad, la haya. Pero esto pasa a segundo plano ante la riqueza y originalidad metafórica, ante el cuidado léxico, la sutil estructura y la emoción, tanto sensible como intelectual, que encierra.
Fue buena idea detenerme en tu poema. Lo admiro. Sabes que a ti también.
Abrazos.
Jerónimo