Pablo Ibáñez escribió:Entro. Viertes tus ojos azules como lagos
asombrados, cegados a todo reconocimiento y empatía.
Inmóvil, proyectas al entorno hospitalario
tu cuello de tortuga inextinguible, rozado de carey, eres
sólo ojos y cuello y boca
absorta, como válvula industrial abandonada entre maleza.
Veo un drenaje de blanca gravedad clavado en tu centro, tu gruta nasal es irrigada.
Un silbido técnico de trenes de la noche te mantiene.
Hay en ti una antigua luz que permanece.
¿De dónde viene? Órbitas
descienden a mis manos distraídas, húmedas se alzan, me interrogan;
labios como lamas arenosas, parecen devanar algún recuerdo
—casa de verano en primavera, (*)
cielo laminado en cirrostratos,
viento fresco gaviando la bandera…—
que del mismo tiritar se desvanece. — Descansa. ¿Quieres agua?
— Anita está contenta, trabajando… — percibes
desde muy lejos, en un silencio oscuro que no alcanzo, si pudiera
— pero escruta el gotero la enfermera, sonríe y dice algo,
entornas tu Parkinson a verla, lleva gafas de pasta, pelo corto—
detener por un momento la huida de todo hacia la nada
y hablarte y escucharte como antes, cuando eras
enérgico y profundo, duradero, y tu risa devoraba las ideas.
Hablarnos y escucharnos como antes, cuando éramos
animales de vida y no fantasmas
asomados al abismo, tan humanos, ahora.
(*)http://www.editorialalaire.es/foro/view ... hp?t=14403
Amén de la exquisita forma, en cuanto a ritmo y manejo del lenguaje (con su riqueza léxica, incluida), que le otorga un poderoso plus al poema, el contenido es denso y substancioso. El mensaje es pesimista aunque verdadero, existencial, innegable y doloroso. Lo he leído como un cuento poético (una mininarración) o un poemacuentolíricosentimiento. Me ha gustado mucho. Quiero agregar que tu poesía me resulta cada vez más sólida, donde la versatilidad no la debilita nunca. Cada nuevo poema es una obra de admirable orfebrería, de pulcritud formal, de conocimiento retórico y preceptivo; en fin, todo un ejemplo para aprender a mejorar nuestra propia poética. Creo que estás en el camino correcto hacia el parnaso. Es mi sincera opinión.
Un abrazo, amigo.
Óscar