Editorial Alaire

Guillermo Cuesta escribió:A la felicidad me apunto. A esta que tan bien identificas con la huella de tu pluma poética u sofisticadamente inspirada.

un abrazo

Marius Gabureanu escribió:Yo también me apunto a la gota que una vez gobernó la sangre y que tú has convertido en poema, un poema evocador que me ha encantado. Recibe mis abrazos sinceros, Ramón.

Begoña Egüen escribió:

Ramón Carballal escribió:Esa gota, esa gota que una vez gobernó la sangre.
La felicidad se escapa como un renacuajo entre
los dedos, su memoria, en cambio, es un oasis
junto a los párpados del azar, un caracol que
nunca envejece. Recuerdo un balón perdido
entre la algarabía, recuerdo las olas amables
del verano, la falda de María cuando el aire
buscaba una sonrisa imposible entre sus piernas.
Algo pasa, breve, silencioso, casi como el eco
de un fantasma: ahí está la magia de esa efigie
redonda que llamamos éxtasis, imagen que se
agota al preguntarnos por su ser. Hay en el diamante
del sueño una conquista de ángeles sin luz que no
pregunta por la sinrazón de las flores, ni por la danza
alegre de una madre en cualquier portal de cualquier
ciudad. Es suficiente con que un suspiro se encienda
entre las vértebras, pasajero, frágil, para presentir
que no existe otra eternidad que no sea este latido
que se va, se va y se va...

¡¡¡ Me encanta, una verdadera hermosura de poema !!! Felicidades.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Ramón Carballal escribió:Esa gota, esa gota que una vez gobernó la sangre.
La felicidad se escapa como un renacuajo entre
los dedos, su memoria, en cambio, es un oasis
junto a los párpados del azar, un caracol que
nunca envejece. Recuerdo un balón perdido
entre la algarabía, recuerdo las olas amables
del verano, la falda de María cuando el aire
buscaba una sonrisa imposible entre sus piernas.
Algo pasa, breve, silencioso, casi como el eco
de un fantasma: ahí está la magia de esa efigie
redonda que llamamos éxtasis, imagen que se
agota al preguntarnos por su ser. Hay en el diamante
del sueño una conquista de ángeles sin luz que no
pregunta por la sinrazón de las flores, ni por la danza
alegre de una madre en cualquier portal de cualquier
ciudad. Es suficiente con que un suspiro se encienda
entre las vértebras, pasajero, frágil, para presentir
que no existe otra eternidad que no sea este latido
que se va, se va y se va...

Carmen López escribió:Siempre un acierto pasar por tus letras Ramón. El poema es bellísimo, tiene esa belleza de lo efímero en la misma construcción de su sangre, precioso final.

Unha forte aperta.

Carmen

Pilar Morte escribió:Tus poemas hay que leerlos varias veces para aprender de sus imágenes. Un acierto hermoso tu poema
Abrazos
Pilar

Rafel Calle escribió:Muy bello poema de Ramón.

Pablo Ibáñez escribió:Arriba, por supuesto.

Ramón Castro Méndez escribió:

Ramón Carballal escribió:Esa gota, esa gota que una vez gobernó la sangre.
La felicidad se escapa como un renacuajo entre
los dedos, su memoria, en cambio, es un oasis
junto a los párpados del azar, un caracol que
nunca envejece. Recuerdo un balón perdido
entre la algarabía, recuerdo las olas amables
del verano, la falda de María cuando el aire
buscaba una sonrisa imposible entre sus piernas.
Algo pasa, breve, silencioso, casi como el eco
de un fantasma: ahí está la magia de esa efigie
redonda que llamamos éxtasis, imagen que se
agota al preguntarnos por su ser. Hay en el diamante
del sueño una conquista de ángeles sin luz que no
pregunta por la sinrazón de las flores, ni por la danza
alegre de una madre en cualquier portal de cualquier
ciudad. Es suficiente con que un suspiro se encienda
entre las vértebras, pasajero, frágil, para presentir
que no existe otra eternidad que no sea este latido
que se va, se va y se va...

Muy buen poema y, ciertamente, la vida y la felicidad se rodea de esas pequeñas cosas, a veces imperceptibles, que se nos van haciendo cotidianas. Un placer de lectura. Mi felicitación.

Un cordial saludo.

Julio Gonzalez Alonso escribió:

Ramón Carballal escribió:Esa gota, esa gota que una vez gobernó la sangre.
La felicidad se escapa como un renacuajo entre
los dedos, su memoria, en cambio, es un oasis
junto a los párpados del azar, un caracol que
nunca envejece. Recuerdo un balón perdido
entre la algarabía, recuerdo las olas amables
del verano, la falda de María cuando el aire
buscaba una sonrisa imposible entre sus piernas.
Algo pasa, breve, silencioso, casi como el eco
de un fantasma: ahí está la magia de esa efigie
redonda que llamamos éxtasis, imagen que se
agota al preguntarnos por su ser. Hay en el diamante
del sueño una conquista de ángeles sin luz que no
pregunta por la sinrazón de las flores, ni por la danza
alegre de una madre en cualquier portal de cualquier
ciudad. Es suficiente con que un suspiro se encienda
entre las vértebras, pasajero, frágil, para presentir
que no existe otra eternidad que no sea este latido
que se va, se va y se va...

Un magnífico instante en el que los recuerdos vuelven arropados por el color de la felicidad vivida con cierta tristeza por percibirla tan efímera como el tiempo que nos consume. Siempre tus poemas arden en imágenes de pinceladas firmes. Un placer.
Salud.

Luis Muñiz M. escribió:Un poema precioso, Ramón. Me encantó. Mis felicitaciones y abrazo, compañero.