Re: ¿Qué se yo?
Publicado: Jue, 17 May 2018 21:25
Me gustó tu poema introspectivo......
Salud
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Carmen Pla escribió:Creía vivir, amar, reír, indignarme,
responder según las preguntas,
hubiera creído tener en la mano el hilo rojo
para entrelazar ese denominador al que llamo yo,
pero la identidad nunca ha sido antes
y nadie en el mundo será después,
yo, cuando me visitaba la inocencia
cuando apresada por las miradas
era mi propio arrebato sordo,
y también yo, llevando la casa
en el andén de las estaciones.
Cada gesto creía conseguirlo
calcando los encuentros de honores,
y si todo ha podido ser justo, ahora,
es un registro que de pronto ya no sirve,
he concebido vida a la luz del día
y he sido parte ínfima de todas las que albergo,
mi propia rebelión a lo que jamás he prestado oído
y todo aquello que me horroriza en los otros.
No hay nada peor que el sufrimiento moral,
ese sufrimiento circunscrito que me distrae,
que me devora el cuerpo y las entrañas.
Y si el fuego del amor alumbra en mi
sin tener nada más en el mundo que amar,
ese yo, lleno de encanto y delicadeza
un amante tumultuoso donde en él se desprende
la contención de mis sentimientos,
ese lazo que nos mantiene juntos
que se aferra por un instante a mi deriva
y me posa en la frente una corona invisible...
¿Qué se yo?
Si lo descubro al otro lado de la calle
bajo la pureza de sus rasgos con su sombrero de piel,
con sus versos empujados de pronto
y yo, pudiera ver un signo indudable
de que al fin comienza la verdadera vida.
Quizá sí...
Entendería que soy la única que me he cerrado el camino.
Carmen Pla escribió:Creía vivir, amar, reír, indignarme,
responder según las preguntas,
hubiera creído tener en la mano el hilo rojo
para entrelazar ese denominador al que llamo yo,
pero la identidad nunca ha sido antes
y nadie en el mundo será después,
yo, cuando me visitaba la inocencia
cuando apresada por las miradas
era mi propio arrebato sordo,
y también yo, llevando la casa
en el andén de las estaciones.
Cada gesto creía conseguirlo
calcando los encuentros de honores,
y si todo ha podido ser justo, ahora,
es un registro que de pronto ya no sirve,
he concebido vida a la luz del día
y he sido parte ínfima de todas las que albergo,
mi propia rebelión a lo que jamás he prestado oído
y todo aquello que me horroriza en los otros.
No hay nada peor que el sufrimiento moral,
ese sufrimiento circunscrito que me distrae,
que me devora el cuerpo y las entrañas.
Y si el fuego del amor alumbra en mi
sin tener nada más en el mundo que amar,
ese yo, lleno de encanto y delicadeza
un amante tumultuoso donde en él se desprende
la contención de mis sentimientos,
ese lazo que nos mantiene juntos
que se aferra por un instante a mi deriva
y me posa en la frente una corona invisible...
¿Qué se yo?
Si lo descubro al otro lado de la calle
bajo la pureza de sus rasgos con su sombrero de piel,
con sus versos empujados de pronto
y yo, pudiera ver un signo indudable
de que al fin comienza la verdadera vida.
Quizá sí...
Entendería que soy la única que me he cerrado el camino.
Carmen Pla escribió:
Creía vivir, amar, reír, indignarme,
responder según las preguntas,
hubiera creído tener en la mano el hilo rojo
para entrelazar ese denominador al que llamo yo,
pero la identidad nunca ha sido antes
y nadie en el mundo será después,
yo, cuando me visitaba la inocencia
cuando apresada por las miradas
era mi propio arrebato sordo,
y también yo, llevando la casa
en el andén de las estaciones.
Cada gesto creía conseguirlo
calcando los encuentros de honores,
y si todo ha podido ser justo, ahora,
es un registro que de pronto ya no sirve,
he concebido vida a la luz del día
y he sido parte ínfima de todas las que albergo,
mi propia rebelión a lo que jamás he prestado oído
y todo aquello que me horroriza en los otros.
No hay nada peor que el sufrimiento moral,
ese sufrimiento circunscrito que me distrae,
que me devora el cuerpo y las entrañas.
Y si el fuego del amor alumbra en mi
sin tener nada más en el mundo que amar,
ese yo, lleno de encanto y delicadeza
un amante tumultuoso donde en él se desprende
la contención de mis sentimientos,
ese lazo que nos mantiene juntos
que se aferra por un instante a mi deriva
y me posa en la frente una corona invisible...
¿Qué se yo?
Si lo descubro al otro lado de la calle
bajo la pureza de sus rasgos con su sombrero de piel,
con sus versos empujados de pronto
y yo, pudiera ver un signo indudable
de que al fin comienza la verdadera vida.
Quizá sí...
Entendería que soy la única que me he cerrado el camino.