Editorial Alaire

E. R. Aristy escribió:

Carmen Pla escribió:A menudo conservo la sonrisa febril del viento
hasta perderse y sollozar,
un colapso en el pecho
del inhóspito paisaje del tiempo,
un tesoro que se hundió a nuestros pies
en las enaguas del mar y su salitre,
un faro azul que gozó su silencio
en el camino del torbellino impulso
que me ciega y arrastra.

El parpadeo sutil de las viejas estampas
que con su larga mordaza
adquieren dimensión de tierra, que rompen
el trébol de la pasión en mis ojos.


A menudo la tierra grita
mojando su tilo bermejo,
la savia que escala horizontes
prolongando la flor aparecida.

No soy ni será lo que yo quiero,
no habrá retoques de tambores
ni tiempos secundarios.

Un niño de tiza nos recordará
que hubo blancos bosques,
plantas aromáticas, jardines,
un brillo en los olivos
que reptarán en el espejo,
los colores que el viento nocturno
regaba en la mano del hombre.

Ciertamente todo esta cambiando en la forma que vemos y actuamos con nuestro planeta Tierra. Me gusta mucho este poema sugerente de cosas para la reflexión y la participación en todo cuanto envuelve la preservación de nuestro bello planeta. Un abrazo, Carmen. ERA

Ventura Morón escribió:Hermosa esta mirada Carmen, esa aprehensión de las sensaciones, de los recuerdos, de todo aquello que nos acoge y que es a la vez frágil en su inmensidad.
Un placer venir y dejarse llevar por este bello lirismo de tus versos.
Abrazos

Carmen Pla escribió:A menudo conservo la sonrisa febril del viento
hasta perderse y sollozar,
un colapso en el pecho
del inhóspito paisaje del tiempo,
un tesoro que se hundió a nuestros pies
en las enaguas del mar y su salitre,
un faro azul que gozó su silencio
en el camino del torbellino impulso
que me ciega y arrastra.

El parpadeo sutil de las viejas estampas
que con su larga mordaza
adquieren dimensión de tierra, que rompen
el trébol de la pasión en mis ojos.


A menudo la tierra grita
mojando su tilo bermejo,
la savia que escala horizontes
prolongando la flor aparecida.

No soy ni será lo que yo quiero,
no habrá retoques de tambores
ni tiempos secundarios.

Un niño de tiza nos recordará
que hubo blancos bosques,
plantas aromáticas, jardines,
un brillo en los olivos
que reptarán en el espejo,
los colores que el viento nocturno
regaba en la mano del hombre.