Gracias querida Carmen. Nada más grande que encontrar el sentimiento. Es un placer tenerte aquí.Carmen Pla escribió:Un inmenso poema que desborda en sentimiento.
El final es grande.
Bellísima lectura.
Besos.
Besos amiga
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Gracias querida Carmen. Nada más grande que encontrar el sentimiento. Es un placer tenerte aquí.Carmen Pla escribió:Un inmenso poema que desborda en sentimiento.
El final es grande.
Bellísima lectura.
Besos.
Querida Pepa, muchas gracias por venir, y por dejarme esta energía tuya. Me alegran mucho esas exclamacionesJosefa A. Sánchez escribió:¡¡¡...!!!
Un abrazo.
Pepa
Qué bien expresado ese amor de otros tiempos, Ventura, qué triste romanticismo destilan estos versos de quien cuenta el amor puro de alguien que amó hasta la locura.Ventura Morón escribió:
Al volver,
lo supe. En su cara
un intangible rubor
de carmín, y en sus ojos
la certitud del enamorado
y el gozo
supremo, de quien se sabe
amado hasta el alumbramiento
de la muerte.
Nadie la había visto, imposible
describirla, pues ella, disculpadme,
no cabría en estos versos.
.
.
.[/i]
E. R. Aristy escribió:...
Su amor no era de esos tiempos.
Nadie la había visto. Él,
recorría las calles, lacrada sonrisa
inflamando, desmedida, su alma.
Loco.
Le llamaban loco.
Le oyeron estas palabras:
“te llevo en mis huesos”.
Las tardes,
solía sentarse al sol,
mirada perdida, pero
por saber mirar, por dejarla
libre, por devolverla al mundo.
Si aquello negro fuera una lágrima
sería sólo la conjunción de su deseo, la explosión
de nubes, tan cálidas, que de sus entrañas
desfilaban como susurros
humeantes a su boca, imperceptibles,
inmensos.
Se extendían sus brazos suaves
cadenciosos sobre su pecho,
atrapando todo el aire
fugitivo, que soplaba a su sombra
en apariencia, solitaria.
Lo vi alejarse, anudándose al cuello
la línea del horizonte
más rojo, como labios
que ardieran tras el mundo
para venir a besarle.
Al volver,
lo supe. En su cara
un intangible rubor
de carmín, y en sus ojos
la certitud del enamorado
y el gozo
supremo, de quien se sabe
amado hasta el alumbramiento
de la muerte.
Nadie la había visto, imposible
describirla, pues ella, disculpadme,
no cabría en estos versos.
.
.
.