Rosa, yo creo que estoy peor que el del anuncio de Turrón el Almendro: "Vente a casa por Navidad". Ya huelo a pepitoria, a las pelotas en caldo de pava, al arroz y costra que recordaba el otro día que fue la comida de Miguel Hernández en su boda y sobre todo a las tetas de monja. ¡Qué tiempos! El otro día casi me echo a llorar en Guatemala. Unos amigos, cuando estábamos comiendo en la maravillosa ciudad colonial de Antigua, compraron recortes de hostias de monjas para acompañar a un brandy Cardenal Mendoza. Eso sí fue un golpe bajo.Rosa Marzal escribió:Un poema intensamente melancólico y de una enorme belleza. Magnífico.
Mi sincera felicitación, compañero.
Un abrazo.
Huelo al jumilla moderno y al jumilla antiguo que bebía con mi padre; por los huecos que deja el tiempo en ese lienzo indeterminado que es hoy el espacio. Y digo indeterminado porque ya no existe, la física lo pulverizó como ya sabían los antiguos místicos.
Gracias siempre por tus comentarios.
Un saludo.