Editorial Alaire

Rafel Calle escribió:Muy bello poema de Ramón.

Carmen López escribió:Siempre es un placer leerte, amigo. Una sabe que detrás de un poema tuyo existe siempre un momento de belleza, por eso acude siempre a la cita y nunca se decepciona, se lleva siempre la recompensa de tus versos. Un lujo tu poesía, amigo Ramón.

Unha forte aperta.

Carmen

Guillermo Cuesta escribió:La juventud en ristre para mirar de frente a la vida de la naturaleza. Los árboles te dejan ver el bosque y remarcar bellas imágenes
que buscan mover las estaciones una a una para gratificar y gratificarte.

un abrazo

Ventura Morón escribió:Consigues traer ese ambiente, apropiarte de las sensaciones del otoño, y que se hagan presentes, ahora que atravieso estos versos en pleno mes de julio. Eso me advierte la predisposición ante la mirada, la nostalgia, la sensibilidad, en unos meses que hoy suenan lejanos, y asu vez, las sensaciones que les acompañan.
Me ha gustado mucho esta mirada hacia una primera juventud, desde la platea melancólica del otoño.
Un abrazo

Marius Gabureanu escribió:Me ha encantado el poema, estimado amigo. Muchos abrazos.

Ramón Carballal escribió:.

Mitsy Grey escribió:Ramón, tu cónclave de versos otoñales me han llevado de paseo por la alfombra mágica de tu talento sin igual y me has hecho vibrar y hasta asombrar con tus metáforas geniales. Me gustaría ser aquel perrito vagabundo que deambula por tus aceras, a la espera que le tires una migaja de tu genio creador. Enhorabuena, poeta.

Cariños. M.G.

Guillermo Cuesta escribió:Una estupenda descripción en la que la imaginación se entierra en ciernes de algo que se acaba
para volver de nuevo.

un abrazo

Lunamar Solano escribió:Una ilusión que engalana la virtud de la nostalgia...ímpetu que enlaza el pensamiento y la experiencia...
Siempre bello encontrarme con tus versos querido amigo...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Maria Pilar Gonzalo escribió:Bellísimo poema.

Preciosísimo añadiría.

Abrazos.

José Manuel F. Febles escribió:

Ramón Carballal escribió:Nadie puede equivocarse
cuando camina tantas veces
entre columnas,
pilares, árboles
que guardan una simetría atroz.

Ni siquiera la lluvia
va a borrar el mapa de abril
ni las hojas tristes del invierno
volarán hacia otra ruta
que no sea el cálido eco del ayer.

A menudo te veo en el mismo parque
con la lectura indescifrable del silencio.

Hay un ángel sin rodillas
que cubre tu atmósfera de monja núbil.

En fin, son imaginaciones mias
las lineas donde escribes tu sonrisa,
lo mismo que los pájaros
cuando agitan sus alas
ante el temblor de la alegría.

Estas calles roban al sol su símbolo,
se estrechan igual que laberintos
que besaran mejillas inalcanzables.

A veces la luz crepita en las gotas
y crea simulacros de amores encendidos
que imaginan la penumbra
en futuros ignotos.

Y es fácil comprender
cuál es el episodio
que navega en los párpados del devenir.

Surge el brillo en baldosas sin nombre,
yo escucho las oraciones de este viernes lánguido,
mientras pienso que no existen otoños
en la humedad de mi ansia.

Alli vive el resplandor
de los dieciséis años cumplidos.

Inmenso poema que nos lleva al replandor de los dieciséis años. Todo lo que nos rodea se convierte en parte de nosotros, se incrusta en la carne de la vida. Te felicito, amigo, y te envío desde mi isla, por ahora, un gran abrazo. José Manuel F. Febles.

curra anguiano escribió:Me ha enloquecido tu tarde y me ha enamorado tu otoño y tu alma amigo
Genial !!!
Mil besos y mil gracias

Pablo Ibáñez escribió:Ramón,

tu mundo es inagotable, amigo. Y muy especial. A mí me encanta.

Un abrazo.

Ramón Carballal escribió:Nadie puede equivocarse
cuando camina tantas veces
entre columnas,
pilares, árboles
que guardan una simetría atroz.

Ni siquiera la lluvia
va a borrar el mapa de abril
ni las hojas tristes del invierno
volarán hacia otra ruta
que no sea el cálido eco del ayer.

A menudo te veo en el mismo parque
con la lectura indescifrable del silencio.

Hay un ángel sin rodillas
que cubre tu atmósfera de monja núbil.

En fin, son imaginaciones mias
las lineas donde escribes tu sonrisa,
lo mismo que los pájaros
cuando agitan sus alas
ante el temblor de la alegría.

Estas calles roban al sol su símbolo,
se estrechan igual que laberintos
que besaran mejillas inalcanzables.

A veces la luz crepita en las gotas
y crea simulacros de amores encendidos
que imaginan la penumbra
en futuros ignotos.

Y es fácil comprender
cuál es el episodio
que navega en los párpados del devenir.

Surge el brillo en baldosas sin nombre,
yo escucho las oraciones de este viernes lánguido,
mientras pienso que no existen otoños
en la humedad de mi ansia.

Alli vive el resplandor
de los dieciséis años cumplidos.