Editorial Alaire

Ramón Carballal escribió:Atrás queda la lluvia
en los pasos de mil palabras aleves.

Otra vez recorro la memoria de la piedra
entre columnas que no saben de himnos
o ardor.

Ven a la noche gris,
ven con los collares que has perdido,
ven a la candidez del artificio
o a las gomas heridas de la inocencia.

Deja aqui el labio húmedo
y finge otra vez el maquillaje de la calavera,
quizá yo escuche la rotunda verdad del perfil,
el silencio proscrito de la caricia.

Después cuando la luna ejerza de manto
o frontispicio,
descubre en tus piernas de olvido
el circulonquio del deseo
como si jamás en el ayer te hubieras desnudado
como si la hojarasca ya no mortificara tu vientre de luz y calor,
de agrio carmín de bienvenida.

Todo es un relámpago en la acidez del hoy,
la cautividad de una noche en las horas de invierno
que suplican quemarse como una duda
que quiso ser flor de un cometa sublime.

curra anguiano escribió:Ramon es inmenso !!!
Te precipita por esa levedad que magistralmente describes, que a veces resulta tan frucíifera y otras tan sucia, y siempre deja un recuerdo agridulce.

Mil besos y mil gracias

Curra

Eduardo Gregori escribió:Me gusta mucho la musicalidad y el ritmo del poema. No acabo de entenderlo del todo, pero me gusta.

Ana Muela Sopeña escribió:Maravilloso poema, Ramón:

Muy bien plasmados esos amores efímeros.

Felicitaciones
Ana

Josefa A. Sánchez escribió:Hay una cualidad curiosa de la fugacidad, que es hacerse sólida y permanente en el recuerdo. Siempre disfruto tu versos.
Un abrazo.
Pepa

Mario Martínez escribió:Hola Ramón.
La memoria es una puñetera, amigo mío, nos recuerda los buenos momentos más que los malos,y a menudo incluso llega a mentirnos disfrazada de nostalgia.

No es tu caso, compañero. Esa nostalgia de la que tu poema habla es esperanzadora y bella.
Un gusto leerte, como siempre. Hermoso poema.

Mi abrazo.

Mario.

E. R. Aristy escribió:

Ramón Carballal escribió:Atrás queda la lluvia
en los pasos de mil palabras aleves.

Otra vez recorro la memoria de la piedra
entre columnas que no saben de himnos
o ardor.

Ven a la noche gris,
ven con los collares que has perdido,
ven a la candidez del artificio
o a las gomas heridas de la inocencia.

Deja aqui el labio húmedo
y finge otra vez el maquillaje de la calavera,
quizá yo escuche la rotunda verdad del perfil,
el silencio proscrito de la caricia.

Después cuando la luna ejerza de manto
o frontispicio,
descubre en tus piernas de olvido
el circulonquio del deseo
como si jamás en el ayer te hubieras desnudado
como si la hojarasca ya no mortificara tu vientre de luz y calor,
de agrio carmín de bienvenida.

Todo es un relámpago en la acidez del hoy,
la cautividad de una noche en las horas de invierno
que suplican quemarse como una duda
que quiso ser flor de un cometa sublime.

Precioso poema, Ramón. Siempre es un lujo leerte, amigo. ERA

Rosa Marzal escribió:Has atrapado el relámpago encendido en la memoria y lo has hecho vibrar a través de estos fantásticos versos.

Me ha encantado leerte, amigo.

Un abrazo.

Macedonio Tracel escribió:el poema se despliega paulatino y con oficio. la intro atildada y elegante deviene a construir la intimidad de el cuerpo que trazan las palabras y el final colma todas las expectativas sin atajos.
felicitaciones

F. Enrique escribió: Un poema tuyo que situaría entre los mejores, Ramón, con eso está todo dicho; excelente.

Un abrazo.