Pablo Ibáñez escribió:Me gusta mucho, Ventura. Me gusta cómo utilizas toda la artillería existente sobre el mar. Sólo hay un par de versos a los que no he conseguido encontrar sentido:
afilado albur que perfora
la mina de mi garganta - él tan fiero,
pero anfibia- y apaga su ardor en grito,
"él tan fiero" se refiere me imagino al afilado albur, "anfibia" ¿lo usas como forma verbal?
Un abrazo.
Gracias Pablo! Ya sabes lo que me gusta esto de entrar dentro de los poemas, te lo agradezco siempre.
Te cuento lo que quería expresar...a ver si lo he conseguido...
La idea era la de la inmersión. Una inmersión, digamos del alma, en el mar. Sentarse enfrente del mar, creo, tiene un efecto embriagador. Tomar conciencia de ciertas cosas que nombré ya en otros comentarios, como la eternidad y, a la vez, lo efímero de nuestra vida, la fuerza de la naturaleza, las cosas importantes...
En ese proceso de inmersión, imaginaba el mar prestándose a recibir las cargas que tenemos, para dejarlas reposar en su inmenso "vacío", un vacío donde la vida desaparece, donde las criaturas que lo habitan toman formas grotescas y aterradoras...un vacío que parece estar hecho para descargar, junto con esa visión, nuestros propios miedos e inquietudes...
Imaginé un grito, un grito que el mar pudiera tragarse, un grito que viniera desde nuestro más profundo interior (la mina de mi garganta). Un grito que nos arrastra al fondo, pero que al mismo tiempo, podría hacernos "reflotar" por la fuerza de nuestro instinto, ese carácter "anfibio" del alma (la garganta que grita, sería el alma), que puede llegar al vacío para salir de vuelta a la superficie...el alma, la garganta, pueden así navergar y recorrer el mar y la tierra...
Esto, más o menos...abrazos fuertes colega