Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:Leire y yo oímos el agua, ese tintineo continuo
de belleza en los oídos;
sentimos la magia de los ojos cerrados, el dulzor del sonido limpio
que nos remonta al origen.
Chasqueamos los dedos para reproducir su eco.
Y, de repente, algo cambió en mí,
sentí la transformación del agua en vidrio, del vidrio en copa,
y bebimos su líquido infantil
y mi alma se hizo
manantial de pureza.

Por eso no os dejo más dolor que el que escapa por las grietas de los versos.
Envío clara la intención feliz del poema
que lleva en sus vocales la ternura que me queda,
esa inocencia que descubrí al retirar los mantos
con los que enterré los pliegues del corazón.

Resucitó el niño, el mío, cantando las canciones
en colores primarios y felices.
Y la jaula adulta
se hizo pedazos ante la mirada.

Miguel Ángel Martínez Góm escribió:

Por eso no os dejo más dolor que el que escapa por las grietas de los versos.

Me gustó mucho el poema, Pilar. Encuentro versos de gran belleza.
Un abrazo fuerte.

Pablo Ibáñez escribió:Pilar,

me gusta mucho el poema, amiga. Del agua a la resurrección del niño, nos has contado de manera brillante esta experiencia en la que se mezclan la ternura, la naturaleza, la sensibilidad. Después de relatar el episodio, reflexionas sobre el propio poema, lo explicas dentro de sí mismo y relacionas su contenido con la realidad y con el sentimiento que provoca. Esto lo hace muy original, me gusta mucho.

Un abrazo.

curra anguiano escribió:Por eso no os dejo más dolor que el que escapa por las grietas de los versos.
Envío clara la intención feliz del poema
que lleva en sus vocales la ternura que me queda,
esa inocencia que descubrí al retirar los mantos
con los que enterré los pliegues del corazón.

Pilar mi niña, como escribes !!!

Mil besos y mil gracias

Curra

Rafael Valdemar escribió:Muy tierno y emotivo tu poema Pilar. Me gustó

saludos

rafael

Begoña Egüen escribió:

Pilar Morte escribió:Leire y yo oímos el agua, ese tintineo continuo
de belleza en los oídos;
sentimos la magia de los ojos cerrados, el dulzor del sonido limpio
que nos remonta al origen.
Chasqueamos los dedos para reproducir su eco.
Y, de repente, algo cambió en mí,
sentí la transformación del agua en vidrio, del vidrio en copa,
y bebimos su líquido infantil
y mi alma se hizo
manantial de pureza.

Por eso no os dejo más dolor que el que escapa por las grietas de los versos.
Envío clara la intención feliz del poema
que lleva en sus vocales la ternura que me queda,
esa inocencia que descubrí al retirar los mantos
con los que enterré los pliegues del corazón.

Resucitó el niño, el mío, cantando las canciones
en colores primarios y felices.
Y la jaula adulta
se hizo pedazos ante la mirada.

Pura belleza, este sensorial y tierno poema. Muchas gracias, por haber compartido, querida amiga, Pilar.
Un beso.
BEGOÑA.

Ignacio Mincholed escribió:Pilar, felicidades.
Expones la idea con profunda sensibilidad y gracia.

Un abrazo.
Ignacio