Alberto Batania escribió:.
Uno
Para empezar,
Roxana,
confundes la miel con el párpado,
las piedras con las lilas
y los martes con agosto,
Roxana de las doce y una,
Roxana de las doce y dos,
Roxana de las doce y tres.
Para seguir,
Roxana,
la altura que alcanza el Aconcagua
no causó la Revolución Francesa,
(pero la muerte de los grillos
acabaría con las azucenas),
Roxana de las doce y cuatro,
Roxana de las doce y cinco,
Roxana de las doce y seis.
Para acabar,
Roxana,
me rompería,
me tiraría por las escaleras
para salvar tu falta de relámpago,
Roxana de las doce y siete,
Roxana de las doce y ocho,
Roxana de las doce y nueve.
Dos
Más bello
que el tajo de una espada tibetana
sobre el cuello mestizo de una princesa,
y más que un leopardo huyendo de los visores
para no salir en el programa del sábado;
más bello
que la sonrisa de un elefante asirio
cuando suspende la función del circo,
y casi tanto como un potro salvaje
y mucho más que el arroz con leche;
más bello
que Susa y las llamas de Persépolis
y como Caronte en la caja de ahorros,
cambiando a euros su oscura moneda,
Roxana,
son tus mensajes de miedos y desmiedos,
son tus correos de perdones y desperdones,
son tus palabras de niña de labio partido
y rodillas sucias,
cuando llegan insomnes
a la Facultad de la Denuncia,
manual de perdedores,
yo estuve en Cádiz,
no abrimos sábados.
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