Editorial Alaire

Mitsy Grey escribió:Mensaje nuevoPublicado: Dom, 05 Abr 2015 6:34 Título del mensaje: La ciudad o yo Responder citando
Mi voz que sube hasta el reloj ciego.

La memoria estuvo aquí
con otro pensamiento en tardes violetas
cuando la música era un trofeo de algarabías
y los pasos un círculo de aventuras
en cualquier estación sin patria.

Volver a los ojos oscuros de una calle rota,
oír la huída frenética de los gatos
mientras la techumbre extiende su armonía de abejas cansadas
como sombra inútil o lengua que sostiene el temblor
de las pieles que desafían un sol.

La ciudad existe en mí antes de ser luz
o atmósfera blanca.

Su vida fluye por territorios de carne
entre risas fútiles y perezosos árboles sin edad.

Veo al fin la estatua, su gesto de ángel clemente
resucita mi ternura, a contraluz sus alas
recogen el asombro de la desesperación
en un rizo amargo.

Sé que al fin hay una cadencia simple en el dolor,
sé que en la dicha los sueños
se ramifican como colores en el agua,
sé que hay una transición
que nunca llega a los labios
ni es palabra
ni es amor
ni es muerte.

Mis pisadas crujen y siento el frío cómo siembra mis manos.

Creo que estoy vivo.'


Magistral! Como nadie has podido delinear ese instante de la duda existencial que, en algún momento, nos alcanza a todos y nos hace reencontrarnos con tu excelsa poesía. gracias compañero, por obsequiarnos con tu arte.

Mi abrazo sentido. Mitsy

Ignacio Mincholed escribió:Vivo y fresco, Ramón. Felicidades y un abrazo.

Ignacio

María José Honguero Lucas escribió:Sé que al fin hay una cadencia simple en el dolor,
sé que en la dicha los sueños
se ramifican como colores en el agua,
sé que hay una transición
que nunca llega a los labios
ni es palabra
ni es amor
ni es muerte.


Bello, Ramón.
Un abrazo

curra anguiano escribió:Sé que al fin hay una cadencia simple en el dolor,
sé que en la dicha los sueños
se ramifican como colores en el agua,
sé que hay una transición
que nunca llega a los labios
ni es palabra
ni es amor
ni es muerte.

Mis pisadas crujen y siento el frío cómo siembra mis manos.


Muy muy bello y expresa sera la duda, el miedo .... muy interesante


gracias

Curra

Miguel Ángel Martínez Góm escribió:Has pincelado un poema con mucha sensibilidad, enhebrando los versos con hermosas imágenes.
Un abrazo, Ramón, y enhorabuena.

Ricardo Serna G escribió:Siento tu poesía, hace vibrar las calles del alma...

pisas y hace temblar todo


Magnífico poema

Armilo Bretón escribió:Me siento muy cercano a la aprehensión que haces de la ciudad, a esa perspectiva medular desde la que nos la presentas.
Buenos versos.

Un cordial saludo.

Ramón Carballal escribió:Mi voz que sube hasta el reloj ciego.

La memoria estuvo aquí
con otro pensamiento en tardes violetas
cuando la música era un trofeo de algarabías
y los pasos un círculo de aventuras
en cualquier estación sin patria.

Volver a los ojos oscuros de una calle rota,
oír la huída frenética de los gatos
mientras la techumbre extiende su armonía de abejas cansadas
como sombra inútil o lengua que sostiene el temblor
de las pieles que desafían un sol.

La ciudad existe en mí antes de ser luz
o atmósfera blanca.

Su vida fluye por territorios de carne
entre risas fútiles y perezosos árboles sin edad.

Veo al fin la estatua, su gesto de ángel clemente
resucita mi ternura, a contraluz sus alas
recogen el asombro de la desesperación
en un rizo amargo.

Sé que al fin hay una cadencia simple en el dolor,
sé que en la dicha los sueños
se ramifican como colores en el agua,
sé que hay una transición
que nunca llega a los labios
ni es palabra
ni es amor
ni es muerte.

Mis pisadas crujen y siento el frío cómo siembra mis manos.

Creo que estoy vivo.

Liz Barrio. escribió:

Ramón Carballal escribió:Mi voz que sube hasta el reloj ciego.

La memoria estuvo aquí
con otro pensamiento en tardes violetas
cuando la música era un trofeo de algarabías
y los pasos un círculo de aventuras
en cualquier estación sin patria.

Volver a los ojos oscuros de una calle rota,
oír la huída frenética de los gatos
mientras la techumbre extiende su armonía de abejas cansadas
como sombra inútil o lengua que sostiene el temblor
de las pieles que desafían un sol.

La ciudad existe en mí antes de ser luz
o atmósfera blanca.

Su vida fluye por territorios de carne
entre risas fútiles y perezosos árboles sin edad.

Veo al fin la estatua, su gesto de ángel clemente
resucita mi ternura, a contraluz sus alas
recogen el asombro de la desesperación
en un rizo amargo.

Sé que al fin hay una cadencia simple en el dolor,
sé que en la dicha los sueños
se ramifican como colores en el agua,
sé que hay una transición
que nunca llega a los labios
ni es palabra
ni es amor
ni es muerte.

Mis pisadas crujen y siento el frío cómo siembra mis manos.

Creo que estoy vivo.

Te aplaudo de pie, poeta. Es un poemazo.
Abrazos y un beso