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Re: poema surrealista 2

Publicado: Dom, 12 Jun 2016 11:09
por E. R. Aristy
Marius Gabureanu escribió:Estoy debajo de un esqueleto metalico,
una especie de poliedro más ancho que los trenes que descarrilan,
esperando que el azar suelte sus comodidades
y un color de libélula muerta se cierne desde mi alma
hacia las cosas,
por mi espalda quemada los innumerables pies del segundo
hacen su trabajo de insecto y de mujer,
la histeria parece que ha repartido sus vértebras
como se reparten los cubos de hielo en pasillos de hospital
como decía estoy esperando debajo de una cúpula enredada
y caen los cascos de plomo,
la tarde no tiene la ligereza del ahora, alarga su mano como un soldado
de un hueco a otro hueco entre ruido de hélices
para pedir tabaco prestado,
es seco, es muy seco, dice
y entre los dos buscamos la saliva de los ciervos;
la tarde arranca de mi espalda algunas monedas rojas.
Estas cosas que suspiro
empiezan a crear un reino de asma
qué suerte que el pensamiento está al borde de los cementerios
donde los pinos huelen a formol
y una niña sin ropa sale del rostro de la pobreza
y asciende hacia el corazón de los nueces, canta para que el día no muera.
Excelente poema, Marius. Estas imagines no son una invencion fatua, vienen de vivencias y su interlocutor ha encontrado el lenguaje que logra expresarlas poeticamente. Te felicito. ERA

Re: poema surrealista 2

Publicado: Mar, 14 Jun 2016 14:05
por Ramón Castro Méndez
Marius Gabureanu escribió:Estoy debajo de un esqueleto metalico,
una especie de poliedro más ancho que los trenes que descarrilan,
esperando que el azar suelte sus comodidades
y un color de libélula muerta se cierne desde mi alma
hacia las cosas,
por mi espalda quemada los innumerables pies del segundo
hacen su trabajo de insecto y de mujer,
la histeria parece que ha repartido sus vértebras
como se reparten los cubos de hielo en pasillos de hospital
como decía estoy esperando debajo de una cúpula enredada
y caen los cascos de plomo,
la tarde no tiene la ligereza del ahora, alarga su mano como un soldado
de un hueco a otro hueco entre ruido de hélices
para pedir tabaco prestado,
es seco, es muy seco, dice
y entre los dos buscamos la saliva de los ciervos;
la tarde arranca de mi espalda algunas monedas rojas.
Estas cosas que suspiro
empiezan a crear un reino de asma
qué suerte que el pensamiento está al borde de los cementerios
donde los pinos huelen a formol
y una niña sin ropa sale del rostro de la pobreza
y asciende hacia el corazón de los nueces, canta para que el día no muera.

Me parece una genialidad tu poema y, desde luego, un placer entregarse a su lectura que, para mi gusto, ha de ser pausada si uno no quiere perderse ripio. Entre la psicodelia y un ácido lisérgico. Remedando a Peter Rowan diré aquello de Mescalito cabalgando en su caballo blanco...muy alto, muy alto. Lo dicho una genialidad. Mi aplauso.
Un abrazo.