Editorial Alaire

Óscar Distéfano escribió:

Manuel Sánchez escribió:Yo conocía a un hombre
que al entrar en la iglesia abría su paraguas
y recorría el templo con esa sangre fría
que tienen las palabras
cuando nadie las oye.

Parado en la visión de un botarel
dejaba que sus pasos le siguieran,
y más tarde escapaba
por un gran rosetón,
por la boca entreabierta de un sillar, entre lilas lejanas de conciencia
que aguardaban pacientes a su interrogatorio,
hacia una fuente altiva de luz ultravioleta.

Aquel hombre no huía,
pasaba como el cuerpo de un borracho
sobre cierta venganza de la noche,
como surca el reptar de una serpiente
por la historia desierta de su piel.

Fiel al ritmo imparisílabo, logras un poema de mucha altura, ya que el contenido se adentra en las profundidades de la psiquis. La descripción es magistral: un hombre atrapado en su realidad ineludible. Me ha encantado leerte, amigo.

Un abrazo.
Óscar

ROBERTO LÓPEZ escribió:

Manuel Sánchez escribió:
Ese hombre es un hombre libre, ingrávido, como la propia luz. Me gusta la sensación de liviandad de tus versos.
Saludos.

Pilar Morte escribió:Un poema espléndido donde el frío cala los huesos del lector. Un gusto leerte.
Besos
Pilar

Carmen López escribió:Yo conocía a un hombre...que hace poemas maravillosos, que a mí especialmente me gusta leer. Ese hombre me alegra las mañanas, las tardes y las noches...nunca salgo defraudada de su lectura, tiene el don de la palabra y en su cabeza las neuronas se multiplican y sobre todo...me parece un gran conocedor del género humano. Con toda mi admiración y mi gratitud.

Un fuerte abrazo.

Carmen

Macedonio Tracel escribió:hay un frío filoso en la expresión, la precisión del movimiento del lenguaje al borde del aire, sintiendo el decir como una salud, una libertad conseguida.