Editorial Alaire

Manuel Sánchez escribió:He leído con mucho gusto este poema, Carmen. Te dejo mi abrazo. Felicidades.

Manuel Alonso escribió:Carmen, me ha gustado mucho tu poema, es muy bello, esa hora en la que desearías caminar sobre las aguas. Es un placer, un abrazo.

Ventura Ramos López escribió:Que bellos versos querida Carmen! Se recorren conteniendo la respiración, van conduciendo desde la primera letra como en remolino, un tobogán vertiginoso que termina en un mar en calma. Me ha encantado lanzarme.
Un fuerte beso amiga

Ramón Carballal escribió:Precioso poema, Carmen. Me ha encantado. Un abrazo.

José Manuel F. Febles escribió:Excelente poema que he saboreado... con placer. Una escritura plena de aciertos y de gran calidad poética. Te felicito, compañera.

Un abrazo fuerte hasta Barcelona.

José Manuel F. Febles

Liz Barrio. escribió:Espléndido poema con un cierre lleno de elocuencia y sentido.
Abrazos y aplausos, poeta

J. J. M. Ferreiro escribió:Una maravila de integración con el paisaje que parace ser uno con la poeta. Serenidad y sublime sublime con la naturaleza.

Bicos, amiga Carmen.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Maravillosa entrega, Carmen. Has tocado una fibra universal y compartida. El deseo de poder más que nuestras fuerzas, que la razón y que los mil contratiempos que en fila india nos acosan con pericia. Se lee con una gran facilidad. Creo que has escrito un señor poema.

Abrazos y felicitaciones muchas.

José Manuel Sáiz escribió:El poema tiene la facultad de empatizar con el lector. Describes poética y espléndidamente, un sentimiento, una angustia, una ansiedad que en algún momento nos ha enbargado a todos. No es fácil hacerlo de una forma hermosa. Y tú, sin duda, lo has hecho.
Un fuerte abrazo, querida amiga.

J. Manuel

Carmen López escribió:Es esa hora de un día cualquiera,
ajeno a ponerse fecha en un calendario,
esa hora absoluta y cierta,
en la oscuridad creciente de crepúsculo,
en que frente al mar se dilatan todas las pupilas
y sólo queda en nosotros
los restos de un viento
extraviado en los cabellos.
En esa hora en soledad entera,
junto a este vacío mundo envilecido,
se espera, no se sabe a ciencia cierta
que triste final inexacto o inconcluso.
Es esa hora oscura, en que el mundo
acrecienta sus absurdos miedos
y con un estupor perplejo e insoslayable,
la respiración del día necesita
cualquier clase de milagro necesario.
El cerebro, más sereno,más sensato,
sostiene una conversación hipotética
un equilibrado diálogo,
se desdobla sin ningún escrúpulo
en varios,
con sus pros y sus contras,
sus discursos encontrados,
su retórica enconada
y sus intangibles códigos internos,
buscando inútilmente
cualquier clase de gracia.
Es esa hora abyecta en la que una,
tal vez, simplemente, deseara saber
caminar sobre las aguas.