Manuel Alonso escribió:Hola amigo, me ha gustado mucho el poema, versos hermosos, sí señor, te felicito, un abrazo.
Celebro mucho tu complacencia con este poema y te agradezco tu cordial felicitación y tu elogio.
Abrazos.
Jerónimo
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Manuel Alonso escribió:Hola amigo, me ha gustado mucho el poema, versos hermosos, sí señor, te felicito, un abrazo.
Marisa Peral escribió:Jerónimo Muñoz escribió:
EVOLUCIONISTAS
Hubo opiniones que rozaron el insulto
y la inmensa mayoría del rebaño de hipócritas
sonrió sin advertir que el sol no les llegaba;
creyó que su croar era una plegaria pertinente,
colmada de indulgencias y absoluciones,
y murmuró invectivas en la sombra de los atrios.
Pero el mar era inmenso y sus piélagos secretos
acogieron los espíritus de los limpios de corazón.
La supremacía de los clarividentes
se hizo ostensible para los desheredados.
Volaban por los aires fragmentos de hojalata pura
que no podían cazarse con las redes de los coleccionistas
y sólo un pertinaz adorador del sol
pudo apreciar el pulso que vivificaba las plumas rotas.
El beso de la noche cayó sobre la frente del cordero,
lo inundó de azucenas como manantiales
y lo hizo renacer de las tumbas de la mediocridad.
La ferreterías abrieron sus puertas a los pobres de espíritu
que intentaron cambiar tornillos por metáforas,
y algún loco de amor se suicidó.
Fue todo un éxito.
Todo un Éxito, sin ninguna duda, abrir este poema.
A veces irónico, a veces premonitorio... siempre lúcido en lenguaje y metáforas hermosas.
Un placer leerte, Jerónimo.
Hallie Hernández Alfaro escribió:Jerónimo Muñoz escribió:EVOLUCIONISTAS
Hubo opiniones que rozaron el insulto
y la inmensa mayoría del rebaño de hipócritas
sonrió sin advertir que el sol no les llegaba;
creyó que su croar era una plegaria pertinente,
colmada de indulgencias y absoluciones,
y murmuró invectivas en la sombra de los atrios.
Pero el mar era inmenso y sus piélagos secretos
acogieron los espíritus de los limpios de corazón.
La supremacía de los clarividentes
se hizo ostensible para los desheredados.
Volaban por los aires fragmentos de hojalata pura
que no podían cazarse con las redes de los coleccionistas
y sólo un pertinaz adorador del sol
pudo apreciar el pulso que vivificaba las plumas rotas.
El beso de la noche cayó sobre la frente del cordero,
lo inundó de azucenas como manantiales
y lo hizo renacer de las tumbas de la mediocridad.
La ferreterías abrieron sus puertas a los pobres de espíritu
que intentaron cambiar tornillos por metáforas,
y algún loco de amor se suicidó.
Fue todo un éxito.
Magno trabajo, amigo Jerónimo. La imaginería poética es suprema, el derroche metafórico exquisito.
En estos casos sólo queda, levantarse del asiento con emoción, para la fiesta de los aplausos.
Beso grande.
PD: sería un lujazo para el EB.
Ramón Carballal escribió:Un poema escrito con inteligencia y sensibilidad(y con un punto de ironía, también). Excelente trabajo que he disfrutado. Un abrazo.
Julio González Alonso escribió:Un aplauso, si cabe, porque el tema abre el melón de la poesía en una de sus mejores funciones, cercana a la filosofía, a la historia, a la denuncia.
Salud.
jorge muñoz escribió:Jerónimo. Un texto con mucha de clarividencia y ironía. Me recordó algunas de las páginas de "Así Hablaba Zaratrustra. Con todo tu quehacer poético es rico y novedoso siempre. Abrazos.
Josefa A. Sánchez escribió:Quizás no llegue a aprehender intelectualmente todos los significados del poema, pero si que me llega un significado más profundo que apela directamente al corazón y que reverbera en el con belleza y emoción. Un placer asomarse a tu ventana.
Un abrazo.
Pepa
Jerónimo Muñoz escribió:EVOLUCIONISTAS
Hubo opiniones que rozaron el insulto
y la inmensa mayoría del rebaño de hipócritas
sonrió sin advertir que el sol no les llegaba;
creyó que su croar era una plegaria pertinente,
colmada de indulgencias y absoluciones,
y murmuró invectivas en la sombra de los atrios.
Pero el mar era inmenso y sus piélagos secretos
acogieron los espíritus de los limpios de corazón.
La supremacía de los clarividentes
se hizo ostensible para los desheredados.
Volaban por los aires fragmentos de hojalata pura
que no podían cazarse con las redes de los coleccionistas
y sólo un pertinaz adorador del sol
pudo apreciar el pulso que vivificaba las plumas rotas.
El beso de la noche cayó sobre la frente del cordero,
lo inundó de azucenas como manantiales
y lo hizo renacer de las tumbas de la mediocridad.
La ferreterías abrieron sus puertas a los pobres de espíritu
que intentaron cambiar tornillos por metáforas,
y algún loco de amor se suicidó.
Fue todo un éxito.