Rosa Marzal escribió:Vino el dragón
anoche
a posarse
sobre los blancos muslos
de la nieve.
Vino el dragón,
anoche
Y vertió un fuego extremo entre sus párpados.
Díme, nieve,
¿Cuántos vasos de luz, de sombra, caben en un gesto?
Ella siguió nevando
nevando...
tiñendo de infantil melancolía
la piel de los tejados.
Díme, nieve,
¿Cuándo podré escuchar el etéreo zumbido de las moscas
que se agitan en los intestinos
del temblor?
¿Cómo interpretaré su díptero lenguaje
si espesa el doble tu llanto que el silencio?
Al mediodía
la nieve cesó sus lágrimas y habló:
-Se estremeció en lo alto del cielo
un sol de bronce-
Ata tu lengua al destino de tus ojos
y contempla
borbotear el magma
bajo la azulada escarcha
de mi cuerpo:
es tu sangre iniciática,
la invulnerable llama de tu nombre
consumiendo
su corazón caliente y animal.
Siente,
cómo golpean mis sienes,
cómo luchan,
como muerden la muerte.
Cómo son arrastradas
sin piedad
hacia las aguas luminosas
del Origen.
Rosa, hay derroches de creatividad en tu poesía. Me fascina y me deja en expectativa de otra, otra más. Abrazos, ERA