Editorial Alaire

Gracias, Jerónimo, por tu paso generoso por estas vías. Instantes, eso mismo. El horizonte tiene de bueno que siempre permanece por mucho que nos movamos. Un placer recibir tu visita.
Un abrazo.
Pepa

Pepa, joder, deja de escribir preciosidades o voy a tener que pensar que no eres de este mundo... o a lo mejor el ser tanto de este mundo te hace tan humana, tan sutil y bonita a la vez.

En fin, un placer.

Gracias, Carmen, por subirte con tan buena disposición al poema y dejar algo de ti algo en el.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Manuel, por pasarte por estos versos y dejar tu amable comentario.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Pilar, por venir siempre a dejar tu hermosa huella. Un placer tu visita.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Hallie, por tu acercamiento, siempre luminoso, a estas letras.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Manuel, por tu generoso acercamiento a estas letras. Como humanos tenemos sentimientos comunes que podemos identificar.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Guillermo, por venir, si no al tren, por lo menos a la estación de la que sale. Un placer tu visita.
Un abrazo.
Pepa

Ay, Pepa, que casi pierdo el tren y no quisiera
dejarte sin saludo de hasta luego. Nos vemos en la próxima, ¿verdad? Con versos así de buenos y en familia.

Un abrazo,


Víctor

Un poema, amiga Pepa, de vacío, soledad, sin tiempo a una percepción clara de la situación, el tren nos lleva a toda velocidad, quizá ésta sea la causa: no hay reposo para la mirada reflexiva que nos delate el profundo sentir de las cosas.

Bicos.

Gracias, Mauro, por el expresivo -y generoso- comentario. De lo de ser de este mundo, te aseguro que si y humana, pero ni tan bonita, ni tan sutil. Un placer tu visita.
Un abrazo.
Pepa

Un tren que avanza, sea de largo recorrido o de cercanías, por donde las estaciones nos esperan aunque no sepamos cuál será la nuestra. Muchas veces nos detenemos ante esta idea de la despedida. Hacia otros destinos, hacia otra vida, hacia ninguna vida. Trenes de emigrantes, de amantes, de ladrones, de viajeros distraidos, de curiosos, jóvenes, niños, viejos, adultos, ligeros de equipaje o con una gran carga en las maletas. A fin de cuentas, el tren como metáfora de la vida y de su destino final, la muerte. El caso es saber qué billete nos dan en la taquilla. Saber aceptar cuando no es de ida y vuelta.

En fin, Pepa, además de perderme en elucubraciones sobre el tema de tu poema, decir que no sería nada sin la magistral forma de exponerlo, con interés creciente en la lectura y ese ritmo que sabes imprimir a tus versos. Siempre felicidades. Con un abrazo.
Salud.

Gracias por el viaje donde se arriesga lo íntimo en las manos oscuras de los insustancial, manteniendo el latir de las ruedas en el hierro.
xaime

Gracias, Victor. Aún has llegado a tiempo de subirte al vagón de cola y dejar tu amable comentario en el portamaletas.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Ferreiro, por llegar hasta estas letras con tu mirada profundamente poética.
Un abrazo.
Pepa