Vagamos por las calles

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Ramón, por tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

[E. R. Aristy]

Vagamos por las calles adheridos a la soledad de las farolas. Infinita la lluvia en los portales, infinita la niebla que nos cubre como un manto maldito en el invierno. Te miro en la distancia y te veo soñando, como si todo fuera un sueño enamorado de los árboles. Deambulamos sin norte por aceras, a pesar de que todo parece tan real. Invisibles tornamos las palabras en besos clandestinos que se esconden en cuartos y pensiones de las miradas de la gente. Inevitable el lodo de la herida que atrapa sin rozar nuestro antro de luz.La ciudad nos carcome las entrañas y nos llena de dudas. La incertidumbre crece en las plazas con pájaros de sombra que emigran por el cielo de los tristes.Caminamos con viento por las avenidas de lo oculto y decimos los nombres de los que se fueron al abismo.Los barrios intangibles conforman nuestra sangre mientras la vida pasa sin notarlo como una papelera de metal.Asombrados leemos nuestra historia como una lista antigua de deseos.Las alamedas se alzan prepotentes como lugares níveos, mientras somos conscientes de todos los enigmas de los edificios de la urbe. Nuestras huellas nos marcan con las señales de humo y los jeroglíficos amados.Los autobuses rojos nos llevan a los nidos del amor, donde todos los gestos se graban para siempre en las escaleras lujuriosas. Paradas de tranvías y trenes de la infancia, escaparates lúdicos de visiones nostálgicas.Una juguetería en una esquina nos recuerda al niño que algún día fuimos, en los relojes sin agujas. Muñecas, construcciones, bicis, rompecabezas y triciclos.La infancia sumergida en un escaparate de silencio.Avanzamos con guantes y bufandas por lugares sin dueño. Nos enseñoreamos de los cruces, las ventanas, la luna, las piedras, el asfalto y los ambulatorios que se duermen.Baños públicos grises donde entramos sin ruido para darnos un beso subrepticio.Los bares con sus gentes y su hastío. Sordidez de la vida trepidante.Somos los reyes de esta ciudad sin nombre, mientras todo declina en el silencio.||Ana Muela Sopeña

Ana, es poema que trepa por la espalda, y nos voltea a leer la palma de nuestra mano. Me conmueve su surreal expression. Te felicito, poeta. Abrazos, ERA

[Ana Muela Sopeña]

Hebert, muchas gracias por tus palabras.

Un abrazo grande
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Era, por tus palabras...

Un beso grande
Ana

[Begoña Egüen]

Vagamos por las calles adheridos a la soledad de las farolas. Infinita la lluvia en los portales, infinita la niebla que nos cubre como un manto maldito en el invierno. Te miro en la distancia y te veo soñando, como si todo fuera un sueño enamorado de los árboles. Deambulamos sin norte por aceras, a pesar de que todo parece tan real. Invisibles tornamos las palabras en besos clandestinos que se esconden en cuartos y pensiones de las miradas de la gente. Inevitable el lodo de la herida que atrapa sin rozar nuestro antro de luz.La ciudad nos carcome las entrañas y nos llena de dudas. La incertidumbre crece en las plazas con pájaros de sombra que emigran por el cielo de los tristes.Caminamos con viento por las avenidas de lo oculto y decimos los nombres de los que se fueron al abismo.Los barrios intangibles conforman nuestra sangre mientras la vida pasa sin notarlo como una papelera de metal.Asombrados leemos nuestra historia como una lista antigua de deseos.Las alamedas se alzan prepotentes como lugares níveos, mientras somos conscientes de todos los enigmas de los edificios de la urbe. Nuestras huellas nos marcan con las señales de humo y los jeroglíficos amados.Los autobuses rojos nos llevan a los nidos del amor, donde todos los gestos se graban para siempre en las escaleras lujuriosas. Paradas de tranvías y trenes de la infancia, escaparates lúdicos de visiones nostálgicas.Una juguetería en una esquina nos recuerda al niño que algún día fuimos, en los relojes sin agujas. Muñecas, construcciones, bicis, rompecabezas y triciclos.La infancia sumergida en un escaparate de silencio.Avanzamos con guantes y bufandas por lugares sin dueño. Nos enseñoreamos de los cruces, las ventanas, la luna, las piedras, el asfalto y los ambulatorios que se duermen.Baños públicos grises donde entramos sin ruido para darnos un beso subrepticio.Los bares con sus gentes y su hastío. Sordidez de la vida trepidante.Somos los reyes de esta ciudad sin nombre, mientras todo declina en el silencio.||Ana Muela Sopeña

Excelente... no precisa más palabras. Mi sincera enhorabuena.
Un beso.
BEGOÑA.

[Ana Muela Sopeña]

Gracia, Begoña, es una alegría que te haya gustado.

Un beso
Ana

[Óscar Distéfano]

Ciertamente, lo que te han dicho no basta para calificar este gran trabajo poético. Su atmósfera atrapa y duele, y nos devuelve la savia de la vida, la genuina manifestación de existir. Grande, grande el poema.

Un abrazo de amistad.
Óscar

[Alejandro Soler]

Ana, me ha gustado mucho tu poema en prosa. Por una parte, habla de amor, y eso dignifica la vida. Por otro, deja un poso de tristeza. Transmite la sensación de plenitud y final a un mismo tiempo. No sé si lo he leído bien. Gracias.

[Ana Muela Sopeña]

Óscar, me alegra mucho verte entrelazado a mis letras.

Un abrazo de amistad
Ana

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo de Ana.

[Ricardo Serna G]

Ana

Fantástico trabajo


La vida se llena de encanto algunas veces
y otras de tristeza
el mundo sólo nos queda devorarlo
antes que él lo haga con nosotros


Un abrazo fuerte, amiga mía

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Alejandro:

Es un placer saber que te ha gustado.

Besos
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Rafel, por subir el poema.

Un beso grande
Ana

[curra anguiano]

Ana, que maravilla !!! es impresionante !!!!!

tq

Curra

[Ana Muela Sopeña]

Agradezco mucho tus palabras, Ramón:

Un beso grande
Ana