Óscar Distéfano escribió:Carmen López escribió:El rastro de una lágrima.
Me siento como una ciudad oscura,
donde la luz, cayó abatida,
la plaza por la que no pisan las palomas,
la habitación de un hotel abandonada
donde los amantes faltaron a su cita.
Estoy como esas flores medio muertas
que aguantan los floreros,
soy la única vela en el pastel que no se apaga,
el jugador que mira en el banquillo,
la moneda que queda en el bolsillo.
Y ahora, entre tanta miseria de los días,
presiento que el dolor me firma un armisticio,
y una se acostumbra tanto a él
que tiene miedo, tanto miedo del olvido,
porque se acomoda y se está haciendo una casa
con frágiles paredes de memoria,
donde el tiempo usa su goma de borrar,
para borrar el rastro –el rostro- de mis lágrimas.
Bien, Carmen, desde tu llegada al foro te he leído muy buenos poemas, algunos con temáticas más que interesantes; pero, este poema que hoy nos ocupa, a mí me resulta el más logrado de todos, es el que me ha trasmitido la imagen del árbol completo de lo que yo aprecio como poema (recordemos que mi comentario es una opinión absolutamente personal). Creo que la familiaridad que estás sintiendo en el foro, y la buena acogida que, por lo general, tienen tus poemas, te va dando esa soltura para mostrarnos a la auténtica Carmen López. Esto es muy bueno para todos. Necesitamos luchar por el prestigio de nuestro Foro Alaire.
Empecemos por hablar del contenido, para terminar con observaciones formales.
Podríamos diseccionar el poema en tres partes bien diferenciadas de acuerdo al sentimiento que trasmiten, y que lo expongo como párrafos separados:
1.- La sensación de abandono, de soledad, de inercia existencial.
Me siento como una ciudad oscura, (11)
donde la luz, cayó abatida, (9)
la plaza por la que no pisan las palomas, (13)
la habitación de un hotel abandonada (12)
donde los amantes faltaron a su cita. (13)
Observaciones formales: las metáforas son muy originales, claras, impactantes.
“donde la luz, cayó abatida”, el verbo no admite estar precedido de coma de su sujeto.
El ritmo de este párrafo tiene predominancia imparisílaba. Si ello ha sucedido conscientemente, sería un gran avance en la madurez poética de nuestra compañera. Hay que señalar que, justamente, en el cuarto verso la sintaxis crea una confusión en el sentido de la imagen. Si apelamos al recurso de naturalizar el hipérbaton, el verso se leería así: “la habitación abandonada de un hotel (13)”, donde, además de eliminar la confusión semántica, toda la cláusula psíquica se armonizaría rítmicamente.
2.- El miedo de que el abandono sea definitivo. Miedo al olvido. La autoestima amorosa baja.
Estoy como esas flores medio muertas (11)
que aguantan los floreros, (7)
soy la única vela en el pastel que no se apaga, (11+5)
el jugador que mira en el banquillo, (11)
la moneda que queda en el bolsillo. (11)
Observaciones formales: como podemos apreciar, la profusión de metáforas y esa hermosa comparación inicial hacen de este párrafo uno de los más cohesionados, tanto en forma como en fondo). Quizás la única quisiquillosidad crítica podría resultar de esas asonancias muy próximas que chirrían un tanto en el oído: “Banquillo-bolsillo”.
3.- Ciertos momentos en que el dolor afloja crean una gran esperanza, abren la posibilidad de que la memoria (los recuerdos bellos pasados) sirvan de instrumento para un nuevo inicio, para recuperar la felicidad perdida.
Y ahora, entre tanta miseria de los días, (13)
presiento que el dolor me firma un armisticio, (7+7) alejandrino
y una se acostumbra tanto a él (11) es natural deshacer la sinalefa “y-una”
que tiene miedo, tanto miedo del olvido, (13)
porque se acomoda y se está haciendo una casa (13)
con frágiles paredes de memoria, (11)
donde el tiempo usa su goma de borrar, (13)
para borrar el rastro –el rostro- de mis lágrimas. (13)
Observaciones formales: nuevamente esas asonancias “armisticio-olvido” (i-o, sumados a los anteriores), amplifican el sonido en un radio de acción auditivo muy estrecho.
Por otra parte, es admirable el ritmo logrado en este poema a base de, no sólo el recurso métrico, sino de aliteraciones, y paralelismos que le brindan un encanto especial.
Creo que se trata de un poema valioso, que puede servir como ejemplo, por cuya razón me he tomado la agradable tarea de analizarlo. Sus pequeñas imperfecciones (desde el punto de vista de una crítica rigurosa) en nada empañan la calidad de esta obra; y, es más, existen poetas que crean estas pequeñas imperfecciones de exprofeso en sus trabajos, como una forma de “humanizarlos”.
Una última observación se refiere al hecho de que el poema, en verdad, podría no tratarse de un tema amoroso de pareja. En ningún momento lo deja entrever. Esas lágrimas podrían tener causas ajenas a un sentimiento pasional. De cualquier manera, yo lo he asumido como tal.
Ha sido un verdadero placer, querida amiga.
Óscar