Amanecía un letargo de silencios

[Carlos Justino Caballero]

Antonio Urdiales, Un placer descubrir tu poesía, Antonio! Mis congratulaciones!

[Antonio Urdiales]

Carmen, amiga, muchas gracias por dejar tu huella en mi ventana.

Un abrazo.

[Concha Vidal]

Pues de nuevo has amanecido por estos lares, Antonio.
Realmente es un placer leerte ¿sabes? como siempre.

Un gran abrazo mediterráneo... como siempre también mi despedida.

[Roberto López]

[quote="Antonio Urdiales"]



Bellísimo poema que viene a rejuvenecer el campo de este foro. Bienvenido.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Una preciosidad de poema, sensible, minucioso, sutil... muy acaridiador.

Todo un sereno placer de lectura.

Un abrazo.

[Ignacio Mincholed]

Saludos Antonio.
Felicidades. Excelente.

Un abrazo.
Ignacio

[Antonio Urdiales]

Te doy la bienvenida, compañero. Tiempo sin saber ni de tu pluma.


Excelente poema, por cierto.

Un abrazo.

¿Tiempo sin saber?

¿Pero no fue ayer que...?

¡Cómo pasa el tiempo! Gracias por ser y estar.

Un abrazo.

[Quinteño de Greda]

A la vez que descubro el mar de tus versos, te doy la bienvenida, con un cordial abrazo.

[Liz Barrio.]

Me ha gustado mucho la cadencia, el concierto, la armonía de este poema lleno de elegancia y elocuencia.
Saludos, poeta

[Josefa A. Sánchez]

Es, si no me equivoco, la primera vez que te leo y ,en vista de la calidad de los escrito, no sera la última. Bienvenido a este foro y que la estancia te sea grata.
Un abrazo.
Pepa

[Óscar Distéfano]

Un poema de exquisita elaboración. Lo impactante me resulta la cohesión del hilo argumental, la claridad diáfana con que has llegado al final. Un verdadero regalo para cualquier lector ávido de buena poesía.

Un abrazo grande, amigo.
Óscar

[Antonio Urdiales]

Muy hermoso y pleno de hallazgos, Antonio.
La penúltima estrofa es enorme.

Bienvenido seas a nuestro Alaire.

Saludos y felicidad.

Hallie, muchas gracias por tu valoración y por la bienvenida.

Un abrazo.

[Víctor F. Mallada]

Amanecía un letargo de silencios
por las tímidas ranuras de luz
que mimosa filtraba la mimosa,
y un aroma floral de alta primavera
inundaba el vuelo suave de la brisa
que asaltaba la liviana caída
del diáfano tul de los visillos
mientras que sometidas por la luz,
veladas y prudentes,
se iban evadiendo las sombras.

Pero aún quedaba un deje de penumbra
esbozando el tenue surco de tu espalda
cuando mis dedos se hacían fuego
incendiando valles aprendidos
que anidaban bajo el perfil de tu cadera…

Y fueron las olas suspiros
matizando los requiebros murmurados en voz baja,
mientras los besos sembraban mariposas
que incendiaban la piel
bajo la tibieza de las sábanas dormidas.

Después he muerto una y mil veces
el suicidio vertical de tus palomas
en noches de tormentas enterradas,
a pesar de recitarte entre suspiros
aromas de jardines en cascada
que musitaban arabescos por tu piel.

Hoy, más allá del túnel del tiempo,
agotada de insomnio la mimosa,
anochece un dejo de tristeza en la ventana
y húmeda de deseo
la niebla llora ausencias desveladas
en las ramas desnudas de la espera,
mientras que en la mente enfebrecida
todavía sobreviven las caricias a la muerte


Antonio Urdiales

[Isabel Moncayo]

Es un poema precioso, Antonio, que me ha encantado leer, lo he disfrutado en todos sus versos. Un abrazo, será grato leerte.

[Hallie Hernández Alfaro]

Amanecía un letargo de silencios
por las tímidas ranuras de luz
que mimosa filtraba la mimosa,
y un aroma floral de alta primavera
inundaba el vuelo suave de la brisa
que asaltaba la liviana caída
del diáfano tul de los visillos
mientras que sometidas por la luz,
veladas y prudentes,
se iban evadiendo las sombras.

Pero aún quedaba un deje de penumbra
esbozando el tenue surco de tu espalda
cuando mis dedos se hacían fuego
incendiando valles aprendidos
que anidaban bajo el perfil de tu cadera…

Y fueron las olas suspiros
matizando los requiebros murmurados en voz baja,
mientras los besos sembraban mariposas
que incendiaban la piel
bajo la tibieza de las sábanas dormidas.

Después he muerto una y mil veces
el suicidio vertical de tus palomas
en noches de tormentas enterradas,
a pesar de recitarte entre suspiros
aromas de jardines en cascada
que musitaban arabescos por tu piel.

Hoy, más allá del túnel del tiempo,
agotada de insomnio la mimosa,
anochece un dejo de tristeza en la ventana
y húmeda de deseo
la niebla llora ausencias desveladas
en las ramas desnudas de la espera,
mientras que en la mente enfebrecida
todavía sobreviven las caricias a la muerte


Antonio Urdiales

Sube para deleite de todos.