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Óscar Distéfano escribió:Liz Barrio. escribió:
Admito desdibujar la simpleza de esta lágrima
palpar el sosiego ruboroso cuando mi voz
cierra su lluvia y vuelve al alma y tus pupilas.
Busco entonces el recóndito brillo de paz
el nocturno cristalizado a la espera, siempre a la espera.
Tú no despiertas.
Cada uno de los miedos tendrá soluciones fugitivas
crecientes imperfecciones dónde omitir el silencio
evocaciones que presientan la palabra andrajosa.
Y entonces…
reconoceré mis labios minerales
y el grito recostado
dulcemente
en la herida imperdonable.
Este poema es de los más bellos que he leído últimamente. Nace de una profundidad psíquica inescrutable. La claridad de su mensaje trae las alas de la poesía pura, con enigmas del sentimiento que nos llena de evocaciones mágicas. Uno flota en su atmósfera sensorial. Uno agradece el regalo de la emoción. Me ha encantado esa supresión de signos ortográficos, ya que, sin peligro alguno de ambigüedad, ayuda a crear la polisemia del mensaje. El cierre del poema, esa imagen del grito es de los más poético y sobrecogedor que pudo haberse creado.
Te saludo con una amplia sonrisa de cómplice satisfacción.
Un abrazo, querida, amiga.
Óscar
Ricardo José Lascano escribió:Una hermosura de poesía. Maravillosa entrega de tu arte. Felicitaciones. RJL
Hallie Hernández Alfaro escribió:Liz: en estos casos, ante tal magnitud y profundidad, sólo queda abandonar el asiento para la ovación.
Chapeau, querida poeta.
Beso grande y abrazos.
Marius Gabureanu escribió:Tus poemas tienen una profundidad atrayente, Liz, parecen lagos donde uno mira para ver su rostro y descubre las aves del cielo por su sombra. Abrazos y felicitaciones sinceras, amiga.
Ramón Carballal escribió:Una preciosidad de poema. Besos.
Frankus Gyrobulus escribió:Triste, no sobrio, algo flotante. Pero triste con estilo, sin duda.
Mi parte favorita:
"y el grito recostado
dulcemente
en la herida imperdonable".
Es como gritar para siempre :O
Un abrazo.
E. R. Aristy escribió:Liz Barrio. escribió:
Admito desdibujar la simpleza de esta lágrima
palpar el sosiego ruboroso cuando mi voz
cierra su lluvia y vuelve al alma y tus pupilas.
Busco entonces el recóndito brillo de paz
el nocturno cristalizado a la espera, siempre a la espera.
Tú no despiertas.
Cada uno de los miedos tendrá soluciones fugitivas
crecientes imperfecciones dónde omitir el silencio
evocaciones que presientan la palabra andrajosa.
Y entonces…
reconoceré mis labios minerales
y el grito recostado
dulcemente
en la herida imperdonable.
Es un dolor que no se explica, una herida abierta, no hay palabras que hagan justicia. «evocaciones que presientan la palabra andrajosa.» Un placer leerte, Luz. Abrazos, ERA
Isabel Moncayo escribió:Me ha encantado, Liz, la autenticidad de este poema, sentido, sencillo, directo, ha sido un placer, un abrazo grande.
Macedonio Tracel escribió:el buen gusto y la profundidad constituye un regalo salvador. más de esto saludos
Israel Liñán escribió:Liz es un poema realmente hermoso, destila sinceridad en cada verso, y una cadencia en la lectura que hace que te deslices por los versos hasta esa estrofa final que es para enmarcar. Me ha gustado, mucho.
Un abrazo, poeta.
Liz Barrio. escribió:
Admito desdibujar la simpleza de esta lágrima
palpar el sosiego ruboroso cuando mi voz
cierra su lluvia y vuelve al alma y tus pupilas.
Busco entonces el recóndito brillo de paz
el nocturno cristalizado a la espera, siempre a la espera.
Tú no despiertas.
Cada uno de los miedos tendrá soluciones fugitivas
crecientes imperfecciones dónde omitir el silencio
evocaciones que presientan la palabra andrajosa.
Y entonces…
reconoceré mis labios minerales
y el grito recostado
dulcemente
en la herida imperdonable.
Luna de Nos escribió:Liz Barrio. escribió:
Admito desdibujar la simpleza de esta lágrima
palpar el sosiego ruboroso cuando mi voz
cierra su lluvia y vuelve al alma y tus pupilas.
Busco entonces el recóndito brillo de paz
el nocturno cristalizado a la espera, siempre a la espera.
Tú no despiertas.
Cada uno de los miedos tendrá soluciones fugitivas
crecientes imperfecciones dónde omitir el silencio
evocaciones que presientan la palabra andrajosa.
Y entonces…
reconoceré mis labios minerales
y el grito recostado
dulcemente
en la herida imperdonable.
Hermoso Liz, lo leí hace algunos días, y hoy vuelvo, como quien regresa al sosiego de una sombra.
Abrazos, Luna.-
