Editorial Alaire

Gracias, Pilar, por dejarme tu cálido comentario. Un abrazo.
Mario.

Gracias Gerardo. Me alegra saber que te gustó el poema, compañero. Un abrazo.
Mario.

Mario Martínez, He pasado por letras distinguidas en un poema plausible de principio a fin. Mis respetos, poeta!

Perfecto el poema y muy loable tu intención al publicarlo. La muerte es el fin inevitable y asumirlo ayuda a valorar más y mejor la vida. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Pepa

Gracias Antonio.
Me alegra mucho saber que te gustó el poema, compañero. Un abrazo.
Mario.

Mario Martínez escribió:Hoy, tras la tragedia de Galicia, la tristeza lo invade todo, y aunque este no sea un poema especialmente escrito para ello, he querido publicarlo, porque refleja de alguna manera la desolación de la duda, la inquietud de no saber, la sorpresa ante lo inevitable.


Inquietud


Una inquietud latente velaba de sus ojos la sonrisa
de nácar y cristal.
La vi llorando
y había palidez en sus mejillas
arreboladas siempre cual pétalo lozano de amapola.

No decía por qué,
ni yo tampoco busqué de mancillar ese mutismo
espeso como niebla congelada
flotando entre los dos,
abriendo hueco.

Quería como siempre ser su bastón de apoyo,
su pañuelo de lágrimas.
Ser eco de sus cuitas, confidente,
que mudo ante la duda,
remedia con sus labios puntuales desconsuelos.

Quería ser la vida
y que ella me bebiera con una sed sin límites.

Pregunté su aflicción.
Fue al darme cuenta de que era su tristeza inconsolable
y fijaba la vista en mi persona
con estupor y rabia,
como si nuestro templo de cariño
quedase en orfandad de viejos dioses.

No hubo respuesta, porque algo extraño
cercenaba mi voz,
y parecía perderse ante el umbral de sus oídos.

La ingrata sensación de diluirme confundía mi mente,
y la estancia, al tiempo de vaciarme,
se llenó poco a poco de habituales presencias
que abrazaban su cuerpo
susurrando
cariñosas palabras de afligida congoja.

Sentí terror,
grité su nombre, y el cruel desasosiego de perderla
hizo mella en mi espíritu.

Mientras, ajena a tanto caos,
ella siguió mirando mi silente cadáver.





Mario

Mario, conmovedor hasta sentir esa especie de susto que traen los presentimientos, que confirma la realidad que uno se niega , momentaneamente a creer. Un gran poema rebosante de sensibilidad. ABrazos, ERA

Gracias Concha, por estar ahí, amiga mía. Un abrazo.
Mario.

Un magnífico poema que conmueve con su emotividad y calidad. Hacía tiempo, amigo que no te leía, me alegro de este encuentro.

Un cordial abrazo.

José Manuel F. Febles

Gracias Julio, buen amigo, por tu siempre amable comentario. Un abrazo.
Mario.

Gracias Julio, me alegra saber que te gustó, compañero. Un abrazo.
Mario.

Gracias, Rafael, me alegra saber que te gustó, compañero. Un abrazo.
Mario.

Gracias Justino, por dejarme tu grato comentario. Un abrazo, compañero.
Mario.

Gracias Josefa, me alegra saber que te gustó el poema, compañera. Un abrazo.
Mario.

Gracias ERA, por dejarme tu siempre cariñoso comentario. Un abrazo.
Mario.

Gracias José Manuel. Me alegra que te haya gustado, amigo mío.
Un abrazo.
Mario