En el dolor de la Avenida

[F. Enrique]

Gracias, Pepa, es para mí un placer recibir estas palabras de tu parte.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Rafael, por haber dejado constancia de tu paso por este poema y lo hayas hecho con palabras tan agradables.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Ángel. En esa avenida en la que vivo, aunque en una casa distinta, brotaron algunos de mis mejores poemas, yo, al menos, lo pienso así, sé que no volveré a tener treinta y tantos años, ni a escribir poemas en la más absoluta soledad y con falta de opiniones, estas últimas cuestiones no eran agradables mientras las pasaba. Supongo que lo que añoro ahora es que no podré volver a tener treinta y tantos años.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Hoy nos vemos dos veces, Pepa, he querido rescatar estos poemas, a ver si puedo recabar alguna opinión desde su sencillez y ese algo que nos hace pensar bien de ellos aunque los hayamos escrito nosotros mismos. He leído el primero más que los otros. Era un tiempo que no se puede decir que escribiera con propiedad ya que lo hacía con una intermitencia dende los períodos de sombra eran mucho más largos que los de luz.

Te sigo viendo con muchas ganas, y eso me gusta, recibe un fuerte abrazo antes de darte las gracias, ya que nunca me ha faltado tu aliento.

[F. Enrique]

Comunicarme contigo, Ricardo, es siempre un motivo de satisfacción, me agrada mucho que te hayas detenido en estos versos, y que hayas sabido extraer de ellos valores positivos, los conservo de un tiempo en el que no escribía mucho y lo recuerdo con candor.

Un abrazo

[J. J. Martínez Ferreiro]

Arriba con este poema de un lirismo arrasador!!!

Un abrazo, amigo Enrique.

[E. R. Aristy]

6

Quizás prosiga triste por haber olvidado
su sonrisa de invierno despejando la aurora,
sus rosas derramadas en el viento de junio,
sus manos que tuvieron la emoción de las horas.

Quizás prosiga hablando de lugares perdidos,
de sombras que perduran en un temblor sin alba,
de rostros que pasaron bajo la luna errante,
de amor que no fue amor pero me hiela el alma.


7

No puedo detener el llanto de mi alma.
Mi pensamiento lucha por mantenerme erguido,
pero me hunde el cielo, el aire, las palabras.

Ya no puedo cambiar las ruedas que pasaron;
si te quise y no supe sentir cómo me amabas,
si me quisiste sin fe,
si me llevaste sin gracia.

Ya no puedo enterrar los sueños que murieron.
La muerte me contempla, como una sombra ajada,
abrazado a la rosa que ha quedado en tu pecho,
los tordos ya no pasan por las nubes moradas
del invierno que tiembla por nuestro amor dormido
y te sigo queriendo como si me llamaras.

9

Yo quería cantar al amor,
desbordar tu tristeza con brotes de alegría,
acordes luminosos teñidos de pasión
que llenaran tu rostro de luz y de armonía.

Yo quería cantar al amor,
antes de conocerte, sin saber que existías.
Dolor por lo que fue, y lo que no pasó,
voy llorando en la noche la oscuridad del día.

Me conmueve tu poema de luz y sombras. En el se mueve una melódica tristeza, un angel removiendo las chispas del caudaloso rio de tu poesía. ERA

[F. Enrique]

Gracias, Ferreiro. Ha pasado mucho tiempo y creía que ya no tenía respuesta. Me siento satisfecho cuando cuando vuelvo a leer el primer poema.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Roxane, por permitirme que suba estos poemas de cuando escribía, con raras excepciones, a la primera, así pienso que escribían y vivían los románticos alemanes. Ya sabes que, para mí, eres especial. La carta de condolencias por Tito pasa por ser uno de mis mejores escritos ¿Sabes tú en dónde está?

Un abrazo.