Editorial Alaire

Guillermo Cuesta escribió:Noltalgia y mágica tu historia. Se parece a la mía de hace ya muchos años
Los recuerdos reviven cuando se les deja aparecer.

un delicia de poema, porque lo es en prosa, digno de tu sensible
pluma de pájaro asturiano.

un abrazo

Gracias por estar en este recuerdo, Guillermo, y por lo que dices, un abrazo.

LUIS MARIÑO escribió:Conmovedor y precioso, Isabel. Solo felicitarte por estas entrañables y excelentes letras. Un abrazo.

Gracias, Luis, te digo lo dicho antes, es uno de mis primeros escritos y sé que entrañable puede ser, excelente no, pero aunque podría mejorarlo no me apetece hacerlo, fueron mis comienzos en este mundo de la poesía, y así se quedará. Igualmente agradezco de corazón tu gentil comentario. Un abrazo.

[quote="Isabel Moncayo"]

Estos recuerdos son tan entrañables, Isabel, que nos resultan casi propios.
A mi padre le lloré mucho, muchísimo, pero no pude escribir ni dedicarle nada. A mi madre, sin embargo, he podido dedicarle muchas cosas y la lloré mucho incluso antes de morir porque su enfermedad fue larga y la perdimos antes. Después de su muerte la recuerdo con serenidad. Y la echo de menos cada día.

Yo tampoco cambiaría nada de lo que has escrito.
Un beso enorme.

Un testimonio precioso, que ya conocía y que me ha encantado releer, que me trae recuerdos comunes, de mina y de huerto, de un padre querido a pesar de los peros.

Gracias, Isabel.

Un abrazo, poeta.

Víctor

Preciosísimo, Isabel:

Has ido desgranando esos recuerdos con gran maestría y belleza.

Abrazos grande y felicidades por esta pluma prodigiosa que nos hace disfrutar
Ana

Lo más importante, Isabel, es la emoción que destila tu poema, ya sabemos que lo que nos cuentas no tiene que coincidir necesariamente con lo que otros hemos vivido, pero nos lo transmites y nos dejas participar de ello como si nos perteneciera durante la lectura. Agitas la nostalgia, ese sentimiento que se convirtió en un motivo poético de primer orden en nuestra literatura. Me ha gustado mucho.

Un abrazo.

El Padre, esa figura que a veces es Supernova y otras tantas un sol eclipsado por la luna. Pero siempre latente y es que me huele que este poema narra una carga de nostalgia y de ausencia inmensas. Te aplaudo Isabel y para ser un primer escrito, los últimos versos son de una calidad en verdad envidiable. Un aplauso compañera.

Hermoso homenaje esbozado en las pequeñas cosas, en lo cotidiano que es lo que queda permanentemente en el recuerdo. Yo tampoco cambiaría una coma. Un lujo de lectura.
Un abrazo.
Pepa

Muy bonito y emocionante, un gusto, Isabel.
Saludos

Ay, Isabel, no terminé de leer con los ojos libres de lágrimas.

No tengo palabras para expresar la belleza, fuerza y amor que inunda cada fonema de tu texto.


Un beso enorme, querida.



Hallie

Muchas gracias, Marisa, Víctor, Ana, Enrique, Alberto, Pepa, Laura y Hallie, por vuestra amable lectura para estos versos a mi padre, quisiera saber hacerlo mejor, hacerle el poema más bello del mundo, a mi madre también, seguramente como todos los hijos/as que han perdido a quien tanto se ha querido y se les sigue queriendo día a día....
Abrazos.

Hermoso y sentido trabajo de Isabel.

Isabel Moncayo escribió:En mi recuerdo de ti, siempre fuiste viejo, hasta en las fotos de la mili me lo parecías, perdona por eso, y por tantas otras cosas, que, seguramente se me escaparon de ti. Tu vida no pasó despacio, el campo, la mina, se llevaron tus mejores años.

Recuerdo con el mimo que regabas la higuera, y pensaba que la querías más que a mí; a mamá llamándonos para recogernos, pues nos daban las tantas jugando en la calle sin importar que fuera de noche, alguna vez encontramos la puerta cerrada, y siempre ella esperaba a que estuvieras dormido para abrirnos, tú hacías que no te enterabas.

Te veo bajar del monte con una carga de varas para los fréjoles, hueles a avellano y eucalipto,va a llover, dices, hoy no riego. Te miro, sentada en la escalera que baja al patio, como te miro hoy y te sigo viendo, feliz, en tu día a día -mamá atizando la cocina-

Éramos una casa pequeña, con un huerto pequeño y un respeto tan grande. Yo entonces también debía ser un pájaro pequeño, que te admiraba y quería, y no me acuerdo, perdona sobre todo por eso, cuando fue la última vez que te lo dije.

Desde entonces los otoños
huelen más a tierra mojada,
el humo de la chimenea
tan triste,
y la higuera sigue allí.

*

Es un poema que me perdi en una de mis ausencias en Alaire, y que agradezco encontrar hoy. Es un poema que de cara limpia, de arduo trabajo, de noches magicas, del cansancio y el recreo corporal. Es un poema de amor que no se puede medir. Esta impregnado de viviencias unicas, una cosmogonia fundamental y trascendetal crece en tu huerto, Isabel. Un abrazo, ERA