Editorial Alaire

Marius Gabureanu escribió:Un poema muy hermoso, Roberto, en su melancolía, en esa fragilidad de los deseos,
me ha gustado mucho,un estilo más liviano que el que estoy acostumbrado leer de ti, pero sin embargo profundo. Feliz domingo, felicitaciones.

Macedonio Tracel escribió:me ha gustado mucho tu poema. puedo sentir el lugar en que la poesía hace el esfuerzo de ser y es confuso y complejo. algo contado de adelante hacia atrás, mirándose.
saludos

Pablo Ibáñez escribió:Roberto,

¿Qué es la felicidad? Unos hablan de momentos puntuales gloriosos que se desvanecen al instante, otros de un estado mental permanente calmado y reflexivo, tranquilo. Sea lo que sea, el mundo suele encargarse de que sea frágil. O tal vez es que pedimos demasiado y "felicidad" sea un sinónimo de "conformidad".

Me gusta mucho el poema, el tono personal y profundo, la forma pausada en verso libre que va desembocando de vez en cuando en metrías clásicas que dan untuosidad rítmica. La sensación formal del lector es más libre de lo que en realidad el autor ha diseñado y (creo) esa es una clave de buena poesía: que parezca natural, como que no se quiere la cosa...

Un abrazo.

Óscar Distéfano escribió:Me ha gustado mucho este poema. Su carácter reflexivo llega con excelente ritmo y vuelo poético a recordarnos la verdad que siempre ha perturbado al hombre.

Un abrazo, amigo.
Óscar

F. Enrique escribió:Un buen ejemplo de poesía urbana, que nuestro tiempo enmarca en aspiraciones e inquietudes de siempre. Roberto, de una forma diferente transmites lo mismo que Lennon en Happines is a warm gun (La felicidad es un arma caliente). Dos maneras opuestas de señalar la misma fragilidad.alamedas ruidosas enmarcadas
en la frágil rutina
de la felicidad.

Un abrazo.

Rosa Marzal escribió:Y es ciertamente frágil y hudidiza. Excelente poema, Roberto. Un abrazo.

ROBERTO LÓPEZ escribió:A veces, la noche me sorprende
y me escupe a la cara un sueño roto,
o simplemente me abandona
tirado en una esquina,
jirón de lo que fui,
escama absurda en la ciudad achicharrada.
Me entona cánticos antiguos
vestidos de esperanza,
pero sé que los muros
parpadean sus guiños de cemento
al darles la espalda.
Entonces quiero hundirme,
alterar el orden de las cosas
y respirar el aire de la tierra,
pisar las nubes grises,
sentir la libertad de la materia densa.
No es posible
vivir la aureola triste de las sombras
para estrechar la mano huidiza
de una felicidad que ocupa carros
de palabras, sentimientos
embutidos en piel de poesía
sin cauce. Cabizbajo,
presa mi mente en los estratos,
busco una vez
y otra en tus desiertos
canales líquidos que corran
hacia puntos de luz,
alamedas ruidosas enmarcadas
en la frágil rutina
de la felicidad.