Desheredado

[Ramón Carballal]

No volarán los ecos de septiembre a mi rostro.

La cueva ya no es un ojo grande, se ha vuelto
nido de manjar y anémonas. Mi habitación
se construye con oídos nocturnos, con radares
de música en la madrugada de un estío.

Pero la felicidad es algo tan simple como los escondrijos
del lobo blanco. Aquí tu huella de oscuros pantalones,
aquí la longevidad de las aceras con sus elipses y su ardor.

Y entremedias la claridad en las ramas de un viejo castaño,
y la piedra-casi siempre desnuda-y los fuegos de luz
sobre los narcisos, las margaritas, el rosal.

Hay puentes que saben a dulzor y ventanas que retornan
a la cicatriz como señales de invierno.

En tu bar y en el mío, los cuadros son rojos como un atardecer
de ninfas. Yo te respondo con mis alas sin gramática
y mis cuentos de nieve.

Atrás el oráculo de los trenes impone su ruta o su herida
de canción amorfa.

Devuelve mi firma al sol, que nadie pregunte por las palabras
sin horóscopo. La verdad es amplia como la sinergia
de los príncipes.

Yo no descubro la serpentina ni los bucles del misterio.
Estoy aquí, vivo como sombra, sin adornos ni lengua
ni senectud, desheredado como la metamorfosis de las
culebras, que aún te buscan.

Tu poesía no pasa indiferente. Se hace mandatoria. Admiro
la capacidad creativa, el recurso de imágenes y sobre todo lo abarcadora
que es. Cada poema es un pequeño universo y cada universo es algo grande.
Mis felicitaciones Ramón.

Abrazos.

lázaro.

Gracias, Lázaro, por tu generoso comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

¡Hermoso, Ramón!
Como siempre un excelente poema. Abrazos amigos.
Mario.

Gracias, Mario, eres muy amable. Un abrazo.

[jose junco]

Excelente tu evocación poética.Salud.

[Marisa Peral]

No volarán los ecos de septiembre a mi rostro.

La cueva ya no es un ojo grande, se ha vuelto
nido de manjar y anémonas. Mi habitación
se construye con oídos nocturnos, con radares
de música en la madrugada de un estío.

Pero la felicidad es algo tan simple como los escondrijos
del lobo blanco. Aquí tu huella de oscuros pantalones,
aquí la longevidad de las aceras con sus elipses y su ardor.

Y entremedias la claridad en las ramas de un viejo castaño,
y la piedra-casi siempre desnuda-y los fuegos de luz
sobre los narcisos, las margaritas, el rosal.

Hay puentes que saben a dulzor y ventanas que retornan
a la cicatriz como señales de invierno.

En tu bar y en el mío, los cuadros son rojos como un atardecer
de ninfas. Yo te respondo con mis alas sin gramática
y mis cuentos de nieve.

Atrás el oráculo de los trenes impone su ruta o su herida
de canción amorfa.

Devuelve mi firma al sol, que nadie pregunte por las palabras
sin horóscopo. La verdad es amplia como la sinergia
de los príncipes.

Yo no descubro la serpentina ni los bucles del misterio.
Estoy aquí, vivo como sombra, sin adornos ni lengua
ni senectud, desheredado como la metamorfosis de las
culebras, que aún te buscan.

Ramón, tus poemas siempre me dejan sin palabras así que dejo todas las tuyas para el deleite de todos los que ya te han dicho más de lo quje yo podría decirte.
Siempre es un placer leerte y adivinarte entre bellísimas metáforas.
Un abrazo.

[Ramón Carballal]

No volarán los ecos de septiembre a mi rostro.

La cueva ya no es un ojo grande, se ha vuelto
nido de manjar y anémonas. Mi habitación
se construye con oídos nocturnos, con radares
de música en la madrugada de un estío.

Pero la felicidad es algo tan simple como los escondrijos
del lobo blanco. Aquí tu huella de oscuros pantalones,
aquí la longevidad de las aceras con sus elipses y su ardor.

Y entremedias la claridad en las ramas de un viejo castaño,
y la piedra-casi siempre desnuda-y los fuegos de luz
sobre los narcisos, las margaritas, el rosal.

Hay puentes que saben a dulzor y ventanas que retornan
a la cicatriz como señales de invierno.

En tu bar y en el mío, los cuadros son rojos como un atardecer
de ninfas. Yo te respondo con mis alas sin gramática
y mis cuentos de nieve.

Atrás el oráculo de los trenes impone su ruta o su herida
de canción amorfa.

Devuelve mi firma al sol, que nadie pregunte por las palabras
sin horóscopo. La verdad es amplia como la sinergia
de los príncipes.

Yo no descubro la serpentina ni los bucles del misterio.
Estoy aquí, vivo como sombra, sin adornos ni lengua
ni senectud, desheredado como la metamorfosis de las
culebras, que aún te buscan.

Simplemente un bocado exquisito para los sentidos... Gracias poeta
angel.-

Gracias a ti, Ángel, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Un poema con mucha fuerza amigo Ramón, digo de tener en cuenta, un abrazo. Carmina.

Gracias, Carmina, por tus amables palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Pues sí, Ramón. El poema es una delicia, tu poder metafórico inagotable, y tu capacidad de evocación admirable.

Un abrazo.

Gracias por tu generosidad, Ramón. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Me encanta como escribes Ramón, creo que te lo he dicho en alguna ocasión pero no viene de más repetirlo.

Un abrazo.

Gracias, Israel, eres muy amable. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Un placer transitar por el magnifico paisaje de tus metáforas. Aplausos.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Pepa, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Excelente tu evocación poética.Salud.

Te agradezco esas palabras que me dejas. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

No volarán los ecos de septiembre a mi rostro.

La cueva ya no es un ojo grande, se ha vuelto
nido de manjar y anémonas. Mi habitación
se construye con oídos nocturnos, con radares
de música en la madrugada de un estío.

Pero la felicidad es algo tan simple como los escondrijos
del lobo blanco. Aquí tu huella de oscuros pantalones,
aquí la longevidad de las aceras con sus elipses y su ardor.

Y entremedias la claridad en las ramas de un viejo castaño,
y la piedra-casi siempre desnuda-y los fuegos de luz
sobre los narcisos, las margaritas, el rosal.

Hay puentes que saben a dulzor y ventanas que retornan
a la cicatriz como señales de invierno.

En tu bar y en el mío, los cuadros son rojos como un atardecer
de ninfas. Yo te respondo con mis alas sin gramática
y mis cuentos de nieve.

Atrás el oráculo de los trenes impone su ruta o su herida
de canción amorfa.

Devuelve mi firma al sol, que nadie pregunte por las palabras
sin horóscopo. La verdad es amplia como la sinergia
de los príncipes.

Yo no descubro la serpentina ni los bucles del misterio.
Estoy aquí, vivo como sombra, sin adornos ni lengua
ni senectud, desheredado como la metamorfosis de las
culebras, que aún te buscan.

Ramón, tus poemas siempre me dejan sin palabras así que dejo todas las tuyas para el deleite de todos los que ya te han dicho más de lo quje yo podría decirte.
Siempre es un placer leerte y adivinarte entre bellísimas metáforas.
Un abrazo.

Gracias, Marisa, por tu amable comentario. Un abrazo.