Rafel Calle escribió:Como la cosa va de ''formas de decir'' y eso, querida amigota, te paso tres esbozos que, si Dios quiere y el duende (de los versos, claro) lo sustenta (nunca viene mal una ayudita, jajaa), serán tres poemas, en cuanto los haya terminado y pasado por el tamiz varias veces.
(...)
Como es obvio, todo es producto de la imaginación, los poetas, de esa, tenemos mucha.
Tengo miedo de ser el resumen del ansia
cuando tiembla el futuro y el instante devora,
cuando llega a la mente el niño y el silencio
y el aire es una piedra,
una obsesiva densidad que zurra
y asfixia la memoria.
Tengo cenizas de fiebre traicionera
sobre la carne tibia,
desértica, quemada y lastimosa,
similitudes tengo con el ascua silente,
fugada de la hoguera
donde siguen ardiendo mis derrotas.
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En un incierto lugar
del país de los remiendos,
dos erráticas fortunas, dos migajas de pan duro,
supervivientes del tiempo,
mitigan las inclemencias,
escalfando sentimientos.
Son panes aminorados, de panadero menor
y pasta fina de hambruna, en el horno del invierno.
Se conocieron ajados en un rincón del bolsillo,
seguramente el izquierdo,
y con el paso al revés
de cuanto habían supuesto.
No me queda más aliño
que la camisa que llevo,
era de blanco azucena, pardo de alondra apurada,
con listas de rojo y negro,
negro de azar ignorado
rojo que hierve en la sangre, rojo que grita al silencio.
Así le hablaba la hembra, cabello de plata ahíta,
al macho de pelo simple, muy poco y amarillento.
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Quisiera hilar collares con todas mis rarezas,
kilómetros informes de ensoñación y duda,
si aguja de mujer
y de evasión
en el cariño,
hilo de sentimiento
de placer y derrota, en la búsqueda ambigua
del sueño transitivo.
Quisiera hilar collares con todos mis pecados,
anuncio del error
de un virus, sin ambages,
informe y diligente
perseverando,
afín a la inconsciencia de los pobres,
en un estilo de vivir atroz,
de ignoracia primaria y osadía funesta,
recalcitrantes.
Quisiera hilar collares con todas mis ausencias,
sombría condición
de una mente salvaje.
Del lirio furibundo
al jardín de la pena,
retazos de un amor
a media asta
donde sentí
casi siempre mitades.
Quisiera hilar collares
de azucena y colgarlos.
Lo malo es que no encuentro los cuellos...
En fin, como ves, están inacabados. En cuanto pueda los terminaré.
Ha sido un placer.
TE MANDO UN FUERTE ABRAZO.
Hola Rafael, tarde, lo sé, para responder a tus esbozos de lujo, los que me llegan, no sabes tû con qué profundidad, querido amigote. Aquî te dejo un intento de soneto, bûsqueda de miedos que no quiero perder y que si marchan, vendrân vestidos de otra manera.